19 de enero de
2016 Yo expío
A pesar de mis reticencias
morales sobre el exclusivo objeto de estos textos —cierta preocupación porque la barriga doble hacia dentro en vez de hacia fuera
cuando me siento— y de que los encuentre
narcisistas y banales, cada poco vuelvo a la primera página de este prontuario.
Hasta en las sensatas admoniciones: mi mujer, en cuanto me ve en mallas, me
advierte muy seria sobre la angina de pecho. No es partidaria. Que no me
precipite*. En total: me ruega que no me proporcione una a mí mismo con estas
bobadas. Gracias, amor.
Tengo cuarenta y nueve
años. Peso noventa y cuatro kilos. Mido uno ochenta. Este martes, después de no
hacer ejercicio sistemático desde hace… casi dos meses etcétera, vuelvo al
espejo. Lo de entrenar o quererse a uno mismo, estar en forma o sentirse bien
es peligrosísimo. Afortunadamente, esta inercia criminal hacia la dicha se
puede detener sin esfuerzo. Lo hago cada poco.
En efecto cumplí los cuarenta y nueve, se dio término —aunque
sigue sin rematarse— a la cocina, pasé la Navidad —parte de ella, aunque nadie me creyó, enfermo—, hubo unas
elecciones generales —en las que, según parece, no salió elegido nadie— y el
día uno de enero a las once de la mañana estaba nadando. ¡Nadando! ¡El día de
Año Nuevo! ¡Y luego me di un baño turco! Frené esta deriva o pendiente, como
digo, de forma inmediata tomándome una gran cerveza con gaseosa. Hasta el día
de hoy. Han sido dos meses de gran necedad y despilfarro. Vuelvo a la helada tiniebla
de la ribera bernesguiana: no hay cambios. Sólo soy un poco más viejo, un poco más
deforme, un poco más pobre, un poco más estúpido, un poco más triste, un poco más cobarde. Como la
ciudad.
*Supongo que habrá
más esposas suplicando a sus maridos que se esperen un poco cuando les dicen
que se van a correr. Véanles o no en leotardos. Sicalíptica gracieta que pongo
para compensar lo del acto perlocativo que va después.
20 de enero de 2016 Niño del jueves o El visitante
nocturno
“…España es el carro de heno de Brueghel/Bosco.
Se ven algunos calaverones con guadaña, pero lo que hay es heno, mucho heno.
Del heno vamos comiendo”.
Maradona. Columna en El País. Francisco Umbral.
"Me las puse y sentí que viajaba
que las chicas eran todas mis esclavas
me las puse y el dinero me sobraba
y el tiempo de mi vida no pasaba"
Mis gafas. Orquesta Mondragón
“No me bendiga al parejo que a mis cabras”
Simón el estilita. Luis
Buñuel
“Monday's child is fair of face,
Tuesday's child is full of
grace,
Wednesday's child is full
of woe,
Thursday's child has far
to go,
Friday's child is loving
and giving,
Saturday's child works
hard for a living,
But the child who is born
on the Sabbath day
Is fair and wise and good
in every way”.
Nursery rhyme. Traditional
"Lo que no se puede es
andar poniendo citas a lo bobo".
Ensayos. Miguel de Montaigne
No hay nadie en casa
cuando salgo a las siete y media de la tarde —noche cerrada, frío intenso—.
No hay nadie, ni he hablado con nadie después, cuando vuelvo. Corro por el
suelo helado en paralelo al río negro y brillante, sin sombra. La impresión es
de que me estuvieran desplazando un enorme telón oscuro y yo estuviera quieto
—tampoco es que me mueva muy deprisa—. La experiencia, recordada luego, resulta
alucinada y onírica. Me recuerda a la película sueca El visitante nocturno (Papegojan, Laslo Benedek. 1971). Lo que me
recuerda que todo me recuerda siempre a algo. Es tediosísimo. Sé que la lengua
es un sistema de citas*, pero un sistema de citas sobre un sistema de citas
resulta monótono. Y da sueño. Quizá debería hacer estas cosas por la mañana. Antes de la piscina. Y del baño turco. Juá.
*La apertura semántica intertextual que se produce en los ensayos con las citas
es comparada por Arenas Cruz con la apertura sintáctica propia del género, y
ambas tienen como fin una respuesta perlocutiva** “En el ensayo es muy
interesante la evocación intertextual de carácter semántico que muchos
fragmentos implican al constituirse muchas veces como ‘observaciones’ respecto
a otro texto. Así, las citas, sentencias, pequeñas narraciones, fragmentos de
pensamientos, ejemplos, etc., aunque no despliegan todas sus posibilidades explícitamente
en el ensayo donde aparecen siguen trabajando subterráneamente en la mente del
lector”. (María E. Arenas Cruz, Hacia una
teoría general del ensayo. Construcción del texto ensayístico, p. 439)
**Según el filósofo británico J. L. Austin, al
producir un acto de habla, se activan simultáneamente otros tres (actos):
Un acto locutivo (el acto físico de emitir el
enunciado, como decir, pronunciar, etc.). Este acto es, en sí mismo, una
actividad compleja, que comprende, a su vez, tres tipos de actos diferentes:
acto fónico: el acto de emitir ciertos sonidos;
acto fático: el acto de emitir palabras en una
secuencia gramatical estructurada;
acto rético: el acto de emitir las secuencias
gramaticales con un sentido determinado.
Un acto ilocutivo o intención (la realización de
una función comunicativa, como afirmar, preguntar, prometer, etc.)
Un acto perlocutivo o efecto (la (re)acción que
provoca dicha emisión en el interlocutor, como convencer, interesar, calmar,
etc.) ***
*** Cuando leo
estas… cosas siento un enorme
alivio. A veces creo que soy más tonto que los demás. Pero, no. Joder —¡acto
fónico y fático!—. Lo que soy es bastante menos pelmazo.
22 de enero de 2016 Un artista del hambre
Estoy harto de mí mismo. Corro yo solo y luego vuelvo a casa y comento lo que
me parece esa solipsista experiencia. Preparo un libro. Un libro mío. Un libro
de viñetas. Comentadas. Así que tengo que leer mis propias opiniones y escribir
sobre ellas. Las encuentro obvias y tontorronas. Me dan ganas de insultarme. Me
parece que no pinto, dibujo, diseño, digo o incluso galopo más que tonterías. No,
no tengo la autoestima baja. Debo ser el único que la tiene calibrada. Ignoro
cómo soportan los famosos hablar de sí mismos y sus monadas todos los días,
todo el rato. No me extraña que se atiborren a productos. La alternativa sería
darme a los demás. Miro lo que afirman o publican mis contemporáneos. Dios
santo.
24 de enero de 2016 Los
accidentes del verbo
Los domingos, por su
condición de domingo, no permiten ni descansar ni hacer. Se les puede esquivar
o asfixiar, esperando que la vida y los objetos vuelvan el lunes. Eso es todo.
26 de enero de 2016 Nunca
serás Pla
No adelanto a nadie. No adelgazo. No corro más ni más tiempo. Ayer cené cuatro
zanahorias. Y anteayer, dos. Me va a dar un ictus. Mañana la lío.