1 de junio de 2015
Yo
conozco tus obras: que no eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueras frío o caliente!
Pero porque eres tibio, y no frío ni caliente, te vomitaré de mi boca.
Porque
tú dices: soy rico, y me he enriquecido, y de ninguna cosa tengo necesidad; y
no sabes que tú eres un desventurado, miserable, pobre, ciego y desnudo.
Apocalipsis 3:15-16-17
Hala. Dos días seguidos dando tumbos.
Sobrecompensando fuerte. Estoy de muy mal humor —y en una bajísima forma;
supongo que ambos estados se influyen entre sí—. Quizá sean los resultados de
las elecciones municipales y autonómicas: ligerísima inclinación hacia otras
formaciones distintas a las —negligentes y codiciosas— de toda la vida. Nos piden los
dientes para masticarnos las cosas y los usan para mordernos. Pero la gente no
parece darse cuenta. Sigue habiendo un treinta y pico por ciento de abstención.
No formo parte de jurados, no doy clase, no doy consejos. Porque no me gusta
que cometan jurados, clases o consejos contra mí. Aunque quizá me vendría bien.
Aunque quizá me haga falta. Aunque quizá lo esté pidiendo. Quizá no. Debería
dejar de mirarme el ombligo —o de tratar de que esté más más para adentro—. Igual me hago
estas teatrales preguntas porque a veces me siento un hombre encerrado en el
cuerpo de… un señor.