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jueves, 29 de septiembre de 2016

La obligada compañía del corredor en círculos. End Of The Season

29 de septiembre de 2016





Abandono Villa Modorra. Me reconozco incapaz de poner nada sobre casa y parque que no suene horto/sexual. Influencia británica, claro, cuyo clima lluvioso e insular les predispone, creo, a la metáfora pícara en forma de estambre, jardinero, pompa y flor. No puedo decir que cubrí los mimbres, recorté el seto o que dejé el césped húmedo y fresco sin que parezca una fantasmada. Como no puedo escribir que conseguí que el camino de entrada se corriera cuatro veces sin producir similar efecto.


Cierro la dacha sin haber hollado los macadanes de los Payuelos y sus canales —¡comenzada ya su segunda fase!— ni una sola vez en todo el verano. Vuelvo al Bernesga. Con resultados todavía inciertos. Quizá hoy sea el último día que salgo con luz. Quizá sea el último que lo haga en camiseta. Quizá sea el último de mi vida. Oh. Ah.












domingo, 22 de noviembre de 2015

La obligada compañía del corredor en círculos. De amore o Educatio principis

22 de noviembre de 2015

Cambio de cocina con gran jaleo de escombro e interminable cabalgata de fulanos negligentes o fantasmagóricos. Yo creo que esto de las obras es ya un género literario. Mantengo una relación con los operarios —fontaneros, técnicos, electricistas, albañiles…— que resulta en todo similar al amor cortés. Yo sería el caballero que, paseando nervioso por adarves y barbacanas, espera —y obtiene— desdenes y silencios del fementido montador —por ejemplo— que, con su desnuda cabeza puesta en otros amores y castillos me desprecia y se muestra inalcanzable. En estos requiebros se pasa el mes y por eso no he salido a dar brincos —o esa disculpa me pongo­—: Por las bellaquerías de tan degrasdecidos braços que aguardo quexoso y congoxoso. Luego querrán su galardón. Los hijos de puta.

Nota gimnástica: Corro muy poco, pero sudo. Lo que, a un grado bajo cero, no es poca cosa.

Nota consistorial: El Ayuntamiento de León ha cambiado levemente de uno estúpido a uno estúpido pero un poco más activo, lo que ya ha provocado más de una y más de dos tumoraciones urbanísticas. Como una rotonda del diámetro de una rueda de tractor.

Nota fluvial: Al volver de mi recorrido norte-sur cambio de orilla y me veo obligado a dar la vuelta porque están torturando y propiciando otra angina al Bernesga que ya sólo tiene en parte de su recorrido por la capital una única —llamémosla así— manga. Si lo encogen un poco más lo pueden meter en una tubería. Véase nota consistorial.







viernes, 14 de agosto de 2015

La obligada compañía del corredor en círculos. Mi vida en el mundo de los objetos



13 de agosto de 2015



Vuelvo a León y, después de dos meses y medio, corro lo mismo que la última vez: veinticinco minutos a paso de montura. Lo que me pasma: creí que me desplomaría cerca del portal de mi domicilio. Setenta y tres jornadas tonta y gratuitamente atroces, lo que atribuyo a la brutal transición de pasar a exponerme al brillo diurno y al aire libre veinticinco minutos al día —con suerte— a once horas ininterrumpidas. Estas semanas, que lleno desembozando, repintando, reparando, retirando, rasurando, roturando, arrancando, amontonando y blasfemando a una temperatura media de veinticinco grados, me provocan serias alucinaciones. Estoy hablando de mi enjabelgado sepulcro, de mi cárcel horizontal, de mi achabolada metáfora: la finca del pueblo, naturalmente. Al igual que mi propio cuerpo, este íngrato ámbito exige constantes cuidados, imperceptibles al ojo humano. Por lo menos al mío. Si mimo uno, descuido el otro. Y, sobre todo, abandono MI OBRA ya que sólo escribo sin propósito —y sin cobrar— cuando salgo a correr. Así que no hay RELATO DE VERANO.

Todos los relatos de verano  —antes los periódicos incluían relatos de verano. Ahora no sé— vestían el mismo esquema. Debía ser obligatorio. Este:

1) Descripción minuciosa de algún recuerdo de infancia —playero fluvial o montañoso— con mucha reverberación sofocada llena de sinestésicas sensaciones táctiles, auditivas y visuales de un niño —que imagino con enormes orejas— asistiendo a alguna

2) Humillación sexual o intelectiva en localización estival: pajar, granero, tómbola, caballitos, cala, ría, embarcadero o apartamento en multipropiedad que conduce ineluctablemente al

3) Sacrificio arbitrario de algún bicho: es abandonado el perro de la familia, se atropella al periquito, una tortuga es volteada, se tortura a un urogallo o lo que sea: pero tiene que quedar muy claro que, después de este feroz episodio, el mocoso ha quedado impregnado por entero —y ya para siempre— en crueldad y egoísmo hasta las —desaforadas— orejas.

FIN


De todas formas, creo que la culpa de estas achicharradas literaturas —por llamarlas de algún modo— es de El extranjero y la errónea digestión —por estos autores— de sus playas, cisternas y deslumbradas calorinas. Por no hablar de Rulfo, el realismo mágico, —cocido en siestas a treinta y tres grados a la sombra— o de la iluminación inferida a esclarecidas cabezas anglosajonas por volcanes, sáharas o cualquier masa de agua o canto rodado bajo el desnudo sol de otra latitud.

Puedo colmar la expectativa de verbosas y anacrónicas desdichas narrando cómo me hago extraer una muela, harto de su extravagante comportamiento. Razón esta por la que troto en la capital en vez de seguir con mis silvestres, deshidratantes y despellejadas, aunque inmóviles, aventuras en el agro. De verdad. Hace dos días. Una buena, además: un segundo molar. Vale más un diente que un diamante, decía Cervantes. Y un implante más que ambas piedras. Consulten tarifas.


Por si alguien dudaba todavía acerca de si la luz es una onda y una partícula.





Otra quemada instantánea de Villa Modorra. Hacía tiempo que no ponía santos.
Foto: Eva Díez Robles.








lunes, 2 de marzo de 2015

La obligada compañía del corredor en círculos. El extraño






2 de marzo de 2015


No sé con quién salgo a correr. Tardo en resolverme porque obligarme a hacer ejercicio es tan sencillo como meter a un gato en un incendio: prefiero cualquier otra actividad o ninguna. Pero una vez que llego a las orillas del Bernesga ya no sé, repito, con quién estoy. Cuando llevo veinte minutos trotando y dando saltitos un individuo dentro de mi cabeza que, decididamente, no soy yo dice ‘¡Vamos!’ y ‘¡Venga!’ y hasta sonríe y suda y se esfuerza y se lo pasa en grande.

Cerca de San Marcos un pato sale del río y recorremos juntos un trecho. Quizá lo haya conjurado y sea mi otro yo o animal tótem: después de todo los patos hacen muchas cosas. Pero solo son especialistas en que los confiten.




lunes, 7 de abril de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Control de daños




3 de abril de 2014

Hoy los bancos del Bernesga eran perfectamente practicables aunque el agua se ha llevado mucha arena de las zonas más agrestes. He trotado por sitios en los que ayer estaba el río. Uno no corre dos veces por la misma orilla.
Justo cuando pensaba en cómo podría documentar la crecida (¡la más grande en cincuenta años!) me encuentro con un amiguete con móvil (yo no llevo). Y me saca las siguientes fotos (gracias, Alejandro). También me dice que va a competir en una carrera de ochenta (80) kilómetros y que mis viñetas no las entiende nadie. Bueno. 



El documento gráfico. No muy impresionante. El río ya ha vuelto a su cauce. Trato de darle un poco de dramatismo en la imagen del final pero al faltar tanto Munch como la pasarela (que sigo añorando) pues... utilicen ustedes su imaginación. ¡El agua llegaba a donde estoy de pie!




miércoles, 2 de abril de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. León is drowning / And I live by the river


2 de abril de 2014



Aprovechando que escampa un momento por la mañana bajo hasta el río. No puedo acceder a la orilla: la están cerrando en ese mismo instante porque el Bernesga (¡El Bernesga!) baja con gran petulancia. Normalmente ocupa, digamos, uno de los cuatro carriles. Hoy invade los cuatro y se quiere subir a los paseos. Oh, oh. Troto hasta su confluencia con el Torío y mantengo varias conversaciones idiotas tipo El Jarama (hoy tengo el día hídrico) de Ferlosio:

-Vaya de agua.
-No había visto yo nunca tanta agua.
-Se conoce que con la lluvia…
-Mucha agua.








lunes, 16 de diciembre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. El Señor llega


16 de diciembre de 2013



Decía William Faulkner que no le gustaba California en general y Hollywood en particular. No le gustaba el clima ni las personas ni cómo vivían. Afirmaba que nunca ocurría nada y que una mañana te levantabas y tenías sesenta y cinco años. ¿Podría decir yo lo mismo de León? Hombre, siempre sería el primero que lo comparara con Hollywood. Iba más bien porque he cerrado los ojos un momento y han pasado once días (y casi cincuenta años). Así que, temiéndome lo peor me voy al tenebroso Bernesga y hago mis treinta minutos largos y mis cinco kilómetros cortos. Bueno. Respecto a lo demás tampoco siento gran entusiasmo por la gente de aquí, su modo de vida, lo que ocurre o el clima (un poco extremo). Pero me ha pasado en otros sitios.







jueves, 28 de febrero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. El río



28 de febrero de 2013



Joseph Conrad describe así el río Congo de finales del siglo XIX en El corazón de las tinieblas. En realidad los espacios en blanco de los que habla estaban en negro y esa es la razón por la que a Africa se la llamaba el continente negro. No por el color de la piel de sus habitantes como cree todo el mundo. Sino por su impenetrabilidad y desconocimiento. Oh.

“True, by this time it was not a blank space any more. It had got filled since my boyhood with rivers and lakes and names. It had ceased to be a blank space of delightful mystery—a white patch for a boy to dream gloriously over. It had become a place of darkness. But there was in it one river especially, a mighty big river, that you could see on the map, resembling an immense snake uncoiled, with its head in the sea, its body at rest curving afar over a vast country, and its tail lost in the depths of the land. And as I looked at the map of it in a shop-window, it fascinated me as a snake would a bird—a silly little bird”.


“De hecho ya no había espacios en blanco. Desde que era pequeño […el mapa…] se había llenado de ríos, de lagos y de nombres. Había dejado de ser un espacio en blanco con un delicioso misterio, una zona vacía sobre la que un muchacho podía soñar con la gloria. Se había convertido en un lugar de tiniebla. Había en él concretamente un río, un poderoso y enorme río, que uno podía ver en el mapa, parecido a una inmensa serpiente desenroscada con la cabeza en el mar, el cuerpo descansando ondulante a lo largo de una amplia región y cuya cola se perdía en las profundidades de la tierra. Cuando miraba el mapa, como si estuviera haciéndolo en un escaparate, me fascinaba igual que una serpiente hubiera podido fascinar a un pájaro. A un pájaro pequeño y estúpido”. *

El ficticio río Nung de Apocalypse Now entre Vietnam y Camboya es igualmente tenebroso y culebreante:

“Iba al peor lugar del mundo y entonces ni siquiera lo sabía. A semanas y cientos de millas de un río que serpenteaba a través de la guerra como un cable principal conectado directamente a Kurtz”.

En cambio el río sin nombre de Cien años de soledad es apacible aunque también de tormentosa navegación:

“Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas, que se precipitaba por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes, como huevos prehistóricos".

O, recordando a la protagonista de La caja de música de Costa Gavras en el Danubio pensando en las atrocidades cometidas en su orilla: I went down to the riverbank.

Pues que he bajado al igualmente oscuro Bernesga, he corrido poco y no me ha pasado nada. Así que selectos precedentes fluviales. Miro las etimologías de los nombres de los ríos: casi todos se llaman agua, agua que corre, movimiento, cauce o… río. Y lo que está al lado de los ríos también lleva nombres hídricos. Sí. ¿Qué cosas, eh? Hace un frío de la hostia.




* La versión (del texto original de la novela, no del texto moderno) es mía. Ignoro por qué hasta tres traductores al español que yo haya visto vierten uncoiled (desenroscada) a enroscada. Es curiosísimo.




martes, 29 de enero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Blood on the Tracks



29 de enero de 2013


Era inevitable: ayer salí tarde (a las nueve de la noche) y vi a dos corredores que iban con luz por las orillas del río. Un evidente latinoamericano con una especie de casco de minero y una señorita con una pequeña linterna. Lo curioso es que hoy, sobre las ocho, cuando hay exactamente la misma iluminación (ninguna) nadie llevaba estos abisales dispositivos. Traté de ir detrás del hombre del Cono Sur y aprovecharme no sólo de su rebufo sino de su estela, pero iba zumbado. Anímense, señores, llevemos focos, bujías, candelas y farolillos al Bernesga y convirtamos sus lóbregas riberas en una fiesta gay. Más que nada porque si esperamos por el Ayuntamiento nos va dar el verano.

Lo de hoy: salgo sin ninguna gana y corro poco. Y me canso muchísimo. Esta debe ser la fase de los quince días sin fumar: uno se encuentra mal porque no fuma y ansía y rabia; pero si fuma se siente muchísimo peor y lamenta y plora y se agobia y se desanima. ¿El espíritu está pronto? Yo qué sé.


Sigo pensando en ideas para la contra del libro.