18 de
septiembre de 2016
Durante todo un verano mi padre trabajó para el catastro en un pueblo de León llamado Sueros de Cepeda. Mi madre, mi hermano y yo le esperábamos en una infecta pensión con bar de por allí. Yo era muy pequeño y me pasé todas esas jornadas metiendo moscas debajo de chapas de refrescos. Acercabas despacio la chapa hasta la mosca y ¡zas!, la dejabas debajo. Así, hasta que llenabas la mesa de chapas. Luego, ibas a otra mesa con igual o más mierda y repetías el procedimiento. Cada día mi hermano y yo batíamos nuestro récord. Esta asquerosa crónica o narración se podría titular: EL MEJOR VERANO DE MI VIDA. No creo haber vuelto a ser tan feliz.
Durante todo un verano mi padre trabajó para el catastro en un pueblo de León llamado Sueros de Cepeda. Mi madre, mi hermano y yo le esperábamos en una infecta pensión con bar de por allí. Yo era muy pequeño y me pasé todas esas jornadas metiendo moscas debajo de chapas de refrescos. Acercabas despacio la chapa hasta la mosca y ¡zas!, la dejabas debajo. Así, hasta que llenabas la mesa de chapas. Luego, ibas a otra mesa con igual o más mierda y repetías el procedimiento. Cada día mi hermano y yo batíamos nuestro récord. Esta asquerosa crónica o narración se podría titular: EL MEJOR VERANO DE MI VIDA. No creo haber vuelto a ser tan feliz.
Regreso a
León después de tres meses en la dacha gritando en silencio, inmóvil, vívidamente
deslumbrado, recibiendo* a las personas como espectros del mediodía, demonios
meridianos*. Con la seguridad de que ellos tampoco me perciben. Es
inevitable que a don Quijote le derrote el Caballero de los Espejos —con otro
nombre igualmente cegador—. Incapaz de comunicarme y con los iris obturados por
el paisaje acabo harto de agro y me desespero y aburro tanto que vuelvo a la
ciudad y acepto hasta una invitación para ir al cabaret. Ayer estuve en una
inauguración de arte contemporáneo. Acudiría igualmente a un incendio o a un
accidente de coche. Iría incluso a una rueda de prensa. Estoy tan tenso que hoy…
salgo a correr.
*Se me
comenta cuando voy a la ciudad que he recibido
mucho. En efecto, me dan por el culo (por este orden) el cortacésped, el
cortasetos, el lavavajillas y la desbrozadora. Jackpot con bola extra de
averías simbólicas: no se me permite actuar sobre las cosas o se me permite,
pero con gran dificultad.
*Evagrio
Póntico (344-359) el solitario, inventor de los ocho pecados capitales (eran
ocho, dos de ellos relacionados con la tristeza) escribió en su Antirrhetikos (Άντιρρητικός) que,
de los espíritus malos, el meridiano era el más pesado de todos, acechando al
monje desde la hora cuarta (las diez) hasta la octava (las catorce) haciéndole
ver que el sol se movía lentamente, que el día no acababa e impeliéndole a
salir de su celda persiguiendo la nona (las quince: la de la comida principal).
Este demonio diurno molestaba de forma especial a Evagrio porque hacía renegar
al religioso del trabajo manual y le inculcaba dudas sobre si existía la
caridad. También tiene que ver con el mediodía de la vida.
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