jueves, 30 de octubre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Mis secretos de belleza



30 de octubre de 2014



Debería hablar de mi dieta e impartir lecciones de cómo se pueden perder cinco kilos (o diez) en dos meses. Pero como todo consiste en quemar más calorías de las ingeridas quedaría un poco lelo.


¿Quiere usted tener un cuerpo como el mío? ¿O como otro cualquiera ya puestos? ¿Tiene suficiente dinero? Pues cómpremelo. Todos tenemos un precio.








La obligada compañía del corredor en círculos. Faster, Pussycat! Kill! Kill!




27 de octubre de 2014


Si llego a saber que este verano iba a durar seis meses hubiera estado de mejor humor estos… seis meses.





La obligada compañía del corredor en círculos. La dudosa vida de las plantas



23 de octubre de 2014



Salgo de noche, en camiseta; y corro más de media hora sin fatigarme. Lo primero será cada vez más común, lo segundo, ay, cada vez más raro y lo tercero… pues tampoco creo que dure mucho. Estamos a finales de octubre y aquí continúo con una inverosímil y mediterránea existencia de cóctel, alterne y terracitas. Muy raro todo. Quizá no tenga un mejor tono físico sino que el frío todavía no me ha hecho la llave Nelson.




jueves, 23 de octubre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Problema de los tipos



20 de octubre de 2014


¿Es un individuo que va a su segunda vivienda un festivo a vaciar la piscina, cortar el césped y lavar el coche un dominguero? Claro. Pero, ¿es ese mismo individuo todos los domingueros? ¿Es un divorciado que compra estanterías y lleva a sus niñas a ver a un conjunto de giratorios y juveniles cantantes todos los divorciados del mundo? ¿Es un fulano de mediana edad en leotardos corriendo por la ciudad todos los corredores de mediana edad en leotardos que corren por la ciudad que existen y existirán? Si me lo preguntan a mí la respuesta es sí. En efecto. Lo es. Lo son. Lo somos. Absolutamente. ¿Hay algo malo en convertirse en un estereotipo? ¿Es evitable (o, más bien, debería ser evitado)? Creo que ni siquiera es posible. Nada hay más burgués que intentar no parecerlo ni más arquetípico que huir de los arquetipos. Si uno prefiere vaciar el coche, cortar la piscina y lavar el césped entra en otro (igual de estereotipado) paradigma. Más molesto si cabe.





sábado, 18 de octubre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Palabras, palabras, palabras



17 de octubre de 2014


La Real Academia Española (a secas, al ser la primera academia no tiene apellido) saca la vigésimo tercera edición de su Diccionario que admite voces como amigovio (?), pechamen (!) o papichulo (!!) Aparte de las ya usuales (e inadecuadas y grotescas) españolizaciones de términos comerciales. No quiero mirar si han incluido runner. Son muy capaces.






La obligada compañía del corredor en círculos. Les feuilles mortes



14 de octubre de 2014

Corro media hora y podría seguir otra media. Supongo. Pero no lo hago. Porque me aburro. A veces me canso de hacer cosas en solitario. Luego veo que la alternativa es hacerlas con otros, agradando. Y sigo haciéndolas solo. Soy un ser horrible.









domingo, 12 de octubre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. El hombre de hierro



11 de octubre de 2014



Día real. Sábado. Once de octubre. Octubre existe. Los demás meses son más o menos fantasmagóricos. Pero octubre es el tope de gama. El auténtico mes. Sin vacaciones. Sin verano. Sin invierno. Sin hostias. El mes en el que SE TRABAJA y se hacen cosas. Yo no he hecho ninguna. Ni otros. Pero da esa impresión. Octubre es impresionante. Si no has conseguido nada en octubre, no conseguirás nada en el resto del año. No serás NADIE.

Creo que el lunes hay puente otra vez.














viernes, 3 de octubre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Odio



2 de octubre de 2014




Salgo cansado y corro poco tiempo y escasa distancia. Igual porque ayer estuve al sol, nadando y hasta un rato en un baño turco. Es probable que una cosa no lleve a la otra, pero era mi obligación consignarlo. Sobre todo lo del baño turco. Hace (todavía) un tiempo espléndido aunque a veces atravieso glaciales vaharadas de portal, avisos del ser de hielo que emboscado, terrible e inevitable, espera barrernos.

Se da una nueva columna/tipo en los periódicos: la del opinador seborreico sobre las personas corredoras. Estos tribuletes son muy molestados (mucho, enormemente) por la mera existencia de las personas corredoras. No les gusta nada que haya personas corredoras. Les parece un íntimo agravio el simple hecho de la persona corredora. Para justificar esta supuesta agresión, atizada con gran violencia por las personas corredoras, deben inventarse, claro, hechos disparatados: «El otro día estaba en mi casa y treinta y nueve corredores vinieron por el pasillo y me robaron los apliques». O «Viajando en avión estuvimos a punto de zozobrar y ser devorados por tiburones a causa de un corredor que se puso delante del aparato a hacer estiramientos». La vehemente intolerancia hacia las pobres personas que corren por descampados es asimismo disfrazada por apelaciones a las maneras («¡Gaspar Melchor de Jovellanos no corría!») o a la tradición («Nunca vi correr a mis abuelos, que dieron la vida para que pudiéramos merendar sin tasa y permanecer sentados en nuestros sofás»). El perfil del estilita anti-carreras es invariablemente el de un fulano de mediana edad con sobrepeso, fumador y aficionado al fútbol (!) Dios sabe que yo con esto de los brincos estoy muy lejos del proselitismo o la justificación, pero creo (quizá esté errado), que hay cosas mucho peores.



La Luna empieza a crecer. Tampoco viene a cuento, pero me complace la frase, sugerencia de todo.




jueves, 2 de octubre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. El quinto elemento



29 de septiembre de 2014



Insisto: mi sentido del olfato es cada vez más espacioso. Lo que a veces es agradable y a veces (casi siempre), no. Otro encuentro con la esencia. La esencia como extracto de una sustancia aromática. Con el éter sutil y purísimo cuyo movimiento propio, según la filosofía antigua, era el circular (¡anda!). También según la filosofía antigua, de este quinto elemento estaban formados los cuerpos celestes. Mezclando, como estos filósofos antiguos, lo verdadero con el delirio extraigo de la cremallera levemente bajada de una corredora con la que me cruzo el aroma antiguo y entero a moho del gimnasio frío y polvoriento, del chándal de las chicas, del colegio, de la sexualidad suave e imbécil de los doce años…



miércoles, 1 de octubre de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Ego trip (y II)



28 de septiembre de 2014

Domingo por la mañana. Día vivo. Rastro. Nubosidad juguetona. Contornos nítidos. Verde radiactivo. Sol escalfado… me fastidia ir corriendo. Yo, que no tengo ninguna prisa. Detente y huele las rosas. De acuerdo. A la vuelta. Lo que me sobra es tiempo.
Esto tiene que ver con el concepto de albedrío. Oh, el albedrío. Y su  relación con el humor, el espacio y, sobre todo, la velocidad. Aunque la gente haga por ignorarlo, nos gustan las cuerdas, estar atados. No hablo ahora de la tribu (es lo que más amamos) sino de todas las jaulas y correas que lamemos e impregnamos con nuestro aroma (por cierto, en esta temporada de depuración me he sorprendido oliendo a cosas de mí mismo como de niño. Efluvios libres de veneno no arrojados, creo, desde la cuna). La madre sana, el dinero en el banco, el coche en el garaje, los dientes sin caries, la cama hecha… Estamos conectados a gran cantidad de objetos y personas y su bienestar o mera existencia nos afecta queramos o no. Mi idea es que la libertad es un fantasma multiforme igual de inaprensible que pueril. Vamos, que la libertad no existe. Además, emponzoñados por el cinematógrafo, la mala literatura, los cantautores y la publicidad, los grandes conceptos suenan ahora a eslogan nacionalista o a anuncio de pañitos higiénicos. De ahí el recurso de ligar la libertad con la aceleración. El individuo (o individua) libre o que abraza (es el verbo) la libertad tripula caballos, botes o descapotables y agita su melena por espacios abiertos. Digresión: los amantes, en este mismo tipo de ficciones, hacen lo contrario. Se muestran unidos y dando vueltas (como yo mismo). Pero no huyen. Están sujetos a un eje. No son lineales sino giratorios; de danzas, carruseles y tiovivos. Fin de la digresión.
La libertad de fantasía (creo, repito, que no hay otra) parece no tener que ver con la masa ni con la dirección, sino con el potencial gravitatorio. Curiosamente, la libertad por antonomasia, la de volar, ahora se ha convertido en una operación consuetudinaria, que elimina enseguida la decisión y nos obliga a un comportamiento de ratones en un laberinto. Tampoco te dejan bajarte donde te apetezca. Libre como un pájaro. Ya.

Ah. Lo conseguí. Reduje a ochenta y cinco kilos (mi masa). En las fotos tomadas en la inauguración del acto para el que quería deshincharme esto resulta inapreciable. Aunque no parezco Chicote, no. Parezco el puto Marlon Brando de Apocalypse Now.




La metamorfosis invisible. Convenientemente disfrazado de artista (o de monstruo de Frankenstein) parece que estoy diciendo: ¿Qué te voy a contar, hija? Esta imagen no salió publicada en ningún sitio, pero está muy graciosa.