martes, 28 de enero de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Los signos del carcamal





27 de enero de 2014


Hoy, a las ocho de la noche, con una sensación térmica de menos cuatro o menos cinco grados y cuando llevo unos quince minutos corriendo me doy cuenta repentinamente de que estoy documentando mi propia decadencia y vejez. Dejando caer (como Cela en Mazurca para dos muertos con las nueve señales del hijoputa) las cosas que pierdo y que no volverán. Anda por ahí la primera: no poder dormir la mañanada. Por cansado o resacoso que esté. La segunda: la tabla de multiplicar. Nunca he sido bueno con los números pero se me están olvidando los normales: el ocho por siete, el nueve por ocho… Lo tengo que pensar. Cuando tenga problemas con la tabla del seis sabré que todo ha terminado.







La obligada compañía del corredor en círculos. Oficio de tinieblas





24 de enero de 2014




Hablo con un atleta de esto. Uno de verdad. De los que hacen maratones por el campo, miden uno treinta y cinco y pesan veintinueve kilos. Sale el tema de las yinkanas colectivas que se organizan cada dos por tres y me cuenta una cosa que no sospechaba: se pueden organizar mal. Yo creía que con la buena voluntad de los corredores (¡que pagan por participar!) bastaba. No. Lo importante es el público y no todos los públicos son iguales. Si no lo preparas bien puede resulta que haya partes del recorrido vacías de espectadores o… (esto es lo que me dejó más turulato) ¡con gente que insulte a los participantes! En serio. ¡Culo gordo! ¡Adónde vas que no puedes con los huevos! Cosas así. Dios santo.





jueves, 23 de enero de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. El corredor demediado



22 de enero de 2014


Tercer día consecutivo de brincos jadeantes y dieta sensata y abstemia. Ignoro si esta disciplina significa respeto hacia mí mismo o lo contrario. A veces, cuando me duele todo, pienso en interponerme una orden de alejamiento.






martes, 21 de enero de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Verde mosca zumbándome en la frente



21 de enero de 2014

Comprendo de repente por qué hablo de pulmones y disneas (aparte de por lo eufónico de su vocabulario). Por la tarde al volver al despacho recuerdo los macizos nevados que veo por la mañana al norte de mi recorrido. La espléndida imagen de las montañas y mi vida vegetal de sanatorio, balneario, invernadero o cualesquiera de los recintos que tanto gustaban a don Ramón María del Valle Inclán, me traen inevitablemente a la cabeza el género de baños o termas en general y la tuberculosa novela de Thomas Mann en particular.
Me cuesta explicarme cómo hay balnearios después de La montaña mágica. No por lo atrabiliario y pelmazo del tomo (que también) sino por la caracterización definitiva del balneario como
1) moridero inapelable y afiebrado o
2) sala de espera para que despanzurren a los pacientes (nunca mejor dicho) en las  trincheras del Somme.
Ninguno de los dos destinos me parece deseable. Ni ninguna de las múltiples y posteriores literaturas sobre estos seres delicados y memoriosos, digestible, claro.











La obligada compañía del corredor en círculos. La vita nuova



20 de enero de 2014



Como mis  própositos de año nuevo incluían despertarme al amanecer y no sólo correr sino nadar y levantar enormes pesos en los higiénicos recintos destinados a ello… pues empiezo por resoplar normal el día veinte de enero a la una de la tarde. Este dilatadísimo mes, tóxico y melancólico, me ha enseñado que los depresivos deprimen y que los estimulantes también, pero después. Elige la vida. La de otros mejores, a ser posible. Luego de esta enorme holganza hago mi recorrido bajo el sol frío del invierno sin dolores concretos ni fatigas extremas. Inaudito.

Neumotórax
(ya no se pone con pe delante: pneumotórax, voz que resultaba fenomenal): es la palabra de hoy. Me cuenta un amigo que tuvo uno. Se le rasgó la pared de un pulmón de arriba a abajo, como el velo del Templo de Salomón. Me explica que el ejercicio violento (para mí todo ejercicio es violento) es enormemente saludable para los tejidos de estos órganos cuyas dos capas exteriores (pleura parietal y visceral) vibran o se unen con ello (con el ejercicio aeróbico). 

Los pulmones no son iguales. Uno tiene dos lóbulos (el izquierdo) y otro, tres (el derecho, en efecto). Si no lo creen pueden dejar constancia de ello en los comentarios.

Y en estos soplos paso mi jornada uno punto cinco.