lunes, 30 de septiembre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. De complementos predicativos



30 de septiembre de 2013


¿Qué separa a un despreocupado y noctámbulo juerguista de un resacoso imbécil? o ¿qué diferencia a un joven tarambana de un señor alcohólico de mediana edad?

El tiempo, por supuesto. Aunque también el dinero. Pero, sobre todo, el hábito. Y no me refiero a la ropa: toda esta gente que cito lleva chándal. Para mí un hábito (saludable) es ejecutar alguna actividad que no me guste nada (correr, comer sin grasas ni azúcares…) a diario. Una cosa desagradable que se lleve a cabo una vez al mes no es un hábito: es una menstruación.

Corro veinte debiluchos minutos y empiezo otro (creo que es el trigésimo octavo) periodo o ciclo depurativo. Empieza octubre. Los días se agachan. Es hora de recobrar otoñales rutinas. ¿Lograré mañana doblar mi marca de hoy? Véase la respuesta en la nota.*

*No.







lunes, 16 de septiembre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Las personas del verbo


16 de septiembre de 2013

Leo en Las restricciones aspectuales de las construcciones pasivas perifrásticas de Armando Mora-Bustos:


“...la perfectividad se tipifica a partir de la flexión morfológica del verbo, esto es, el presente, el copretérito, el futuro, el pos-pretérito y el antepresente son tiempos imperfectivos que expresan un sentido de no acabado; mientras que el pretérito, el antecopretérito, antefuturo y el antepospretérito son tiempos que tienen un sentido de acabado o perfectivo”.

También afirma Álex Grijelmo:

“…podemos apreciar […] que los verbos incoativos reflejan el comienzo de una acción (“partiré mañana”), los durativos implican que la acción permanece una vez iniciada (“viene hacia acá”), los iterativos muestran una acción repetida (“martilleó durante una hora”), los semelfactivos* se reúnen como verbos de una sola acción (“encontré un anillo”), los desinentes muestran algo que solo ocurre una vez (“nací en febrero”) y los permanentes carecen de principio o final (“el oro brilla”).”

¿A qué viene esta exhibición de taxonomías francamente soporiferas? Pues a que trato de encajar mi yo corro en alguna de las categorías precedentes llegando a la conclusión de que mi cadencia de salidas es, en el mejor de los casos, imperfectiva; y su ejecución, iterativa, se torna a menudo en semelfactiva e incluso llega a ser desinente. Que debería correr con mayor frecuencia, vaya.

No llegué a los veinte minutos pero, en mi descargo, debo decir que salí muy nervioso. Parece que vuelvo a tener un trabajo (más o menos) remunerado. Mañana veré con mayor claridad su oportunidad o beneficio. Ahora mismo, en esta calurosa noche de septiembre coincido con lo que la Sally Brown de Charles Schulz (es la última cita, se lo juro) escribía en una redacción:

“Por el día uno ve por donde anda. Por la noche uno se acuesta y se preocupa”.


*semelfactivo (semel en latín: por una vez)



jueves, 12 de septiembre de 2013

La obligada compañia del corredor en círculos. El indeseado efecto lupa


12 de septiembre de 2013

Hoy en la ciudad no sólo corro sino que hago recados mientras. Como un nuevo chasqui transporto información y materiales río arriba y abajo y hablo con las personas por las aceras. Como un chasqui o como las personas de los pueblos que andan en bicicleta muy lentamente.



domingo, 8 de septiembre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Full Metal Wanker



7 de septiembre





Gunnery Sergeant Hartman:[ singing] Up in the morning to the rising sun!
Recruits: [singing] Up in the morning to the rising sun!
Gunnery Sergeant Hartman: [singing] Gotta run all day... till the running's done!
Recruits: [singing] Gotta run all day... till the running's done!*


Tampoco es eso. Ya hice bastante mili. Pero si un día corro un rato y otro estoy once horas bebiendo, no vamos a ningún sitio.


*”Me levanto por la mañana con el sol / corro todo el día hasta que se acaba el correr”. En inglés, como ven, rima.




jueves, 5 de septiembre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. En casa



5 de septiembre de 2013


Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, decía Aristóteles, que era repetidamente excelente, no es un solo acto sino un hábito. Yo mismo he hecho cosas bien muchas veces, incluso a diario (aunque, desde luego, correr no es una de ellas).


El que intenta conseguir un gran logro de una sola vez
, afirmaba asimismo Samuel Johnson, lo más posible es que no consiga nada en absoluto.

¿Por qué reproduzco estas motivantes máximas? ¿Para convertir mis escritos en lucrativas pamplinas de autoayuda? Debería. Autoayuda. Qué término tan gracioso. Ya que me autohablo, me autoanimo. Además mi mujer se fue de viaje y me ha traído de regalo otros leotardos. Así que salgo a correr. Ya en León. Pues así siempre. Venga. Un pie detrás del otro, me autodigo. Durante quince minutos. El viaje más largo empieza por un solo paso. Ya. También el más corto.

Un libro de autoayuda normal escrito por el Anticristo (o por Ron Swanson) en persona. Pues no vendió nada. Se fue enfadadísimo.






miércoles, 4 de septiembre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Les vacances de Monsieur Rodera



1 de septiembre de 2013

Me levanto a las ocho y media y salgo a correr por el campo (todavía estoy en el campo). No me había levantado a las ocho y media un domingo desde hace… nunca. Para restablecer cierto equilibrio gárrulo (de facundo o parlanchín) tras la paz silvestre voy a Gradefes a ver fútbol matinal. Estrépito de bar. Balones a la olla, taruguez, Iker en el banquillo, se va Özil…. Bertolucci se encontró a Brando. Ancelotti se encontró a Zidane. Y los dos creen (o les hacen creer) que el mérito es suyo. Ah, corro lo mismo que hace dos días. Mmmm. Sí. No me gusta Ancelotti.


Beatus ille, el campo deleitoso, la paz de estos desiertos… El agro no es… romántico. El esplendor en la hierba y la gloria en las flores me traen sin querer a la cabeza olor a estiércol, excoriaciones en los dedos, avispas y dolor de lomo. Cuando oigo lo de la tierra roja de Tara que le dicen el padre y Ashley Wilkes a Katie Escarlata no pienso en la fuerza que le suministra o las dudosas raíces morales de que la provee. Ahora malicio que la tierra roja de Tara es con seguridad ligeramente ácida con un ph de siete o algo menos y de arcillas, propicias para retener agua (y que mantienen la humedad todo el ciclo del algodón*), ricas en hierro.


*Y de los esclavos y de la arrogancia.







La obligada compañía del corredor en círculos. Come prima



30 de agosto de 2013



Tras dos meses de sofocante holganza a la retestera intentando convertir las ingratas calvas de Pequeña Reata (véase Villahibiera, véase Villa Modorra, véase Canal Bajo de Payuelos Fase I) en oxonienses verduras o, al menos, en praderas similares a las de los Campos de Sport del Sardinero (sin conseguirlo), vuelvo a correr. Oh, oh. Recupero las sensaciones primeras del año pasado: quince minutos estrictos, bojas y fatiga seguida de injustificada euforia.
En el campestre cruce hacia Herreros me aproximo en lento (por el suspense y porque corro muy despacito) travelling a un solitario (y misterioso) coche aparcado. Nadie al volante. Nadie alrededor. Si la vida fuera un telefilm dentro debería haber un cadáver. En la primera escena de este tipo de productos un despreocupado deportista siempre encuentra un cuerpo muerto (o fiambre, según la jerga que los polizontes, o sabuesos, usarán después). Evidentemente el coche está vacío y su conductor supongo que andará un poco más arriba abriendo el hidrante para regar la remolacha. Pero, al no ocurrir nada (en mi vida), pues me invento películas.