miércoles, 26 de febrero de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. De mesetas y muertes pequeñas



25 de febrero de 2014




A pesar de la creencia generalizada, la actividad sexual no se reduce sino que se amplía y dilata en la mediana edad. Los orgasmos, si bien menos intensos, se multiplican y no se limitan a la actividad reproductora sino que se desplazan a numerosos momentos del día como al levantarse o sentarse (más notorios cuanto más mullido sea el ámbito donde uno ponga los cadriles), al rascarse el lugar donde estuvo el elástico de los calcetines, al meterse en la cama (a dormir) o al desperezarse en general. Estos pequeños y agónicos gemidos o petites morts (muy limitados en tiempo y circunstancias a edades más jóvenes) nos acompañan mientras atravesamos toda la jornada.

Se puede decir que el cuarto signo del carcamal son los ruiditos. Después de mi media hora y mis cinco kilómetros emito muchísimos. Y antes.






sábado, 22 de febrero de 2014

La obligada compañía del corredor en círculos. Miré los muros de la patria mía



22 de febrero de 2014


Ole. Casi un mes haciendo el mal. Veintiséis días concretamente sin salir a correr. Nuevo récord personal. Mientras tanto el cielo se ha desplomado sobre nuestras cabezas en forma de ciclogénesis explosiva con vientos asaz desproporcionados, olas francamente impertinentes y precipitaciones muy mal educadas. Es el momento del control de daños: noventa y un kilos y el flanco sur del perímetro de Villa Modorra (que yo mismo erigí) derribado. Una imagen que me produce un fuerte impacto, como la contemplación de un hombre muerto…


El tercer signo del carcamal son los capilosidades desacomodadas y extemporáneas. Creo que la cura definitiva a la alopecia reside en las células madre no del cuero cabelludo sino de los pelos de orejas, espalda, hombros, nudillos y culo, donde estos vellos, con el tiempo, se hacen fuertes tanto en su hirsutez como en su obstinación.