lunes, 29 de abril de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. La espantá



29 abril de 2013

“…no fue que tuve que hacer ninguna… ningún sacrificio ni exceso; que se ponían voluntarias para darles cualquier cosa o cualquier palabra amorosa…”

Sobre propósito y deseo. José Toxeiro. Damnificado y poeta oral


Me pongo voluntario y huyo hasta el quinto pino. Hoy remonto el Torío y voy loin, bien loin, comme un bohémien, par la nature, heureux comme avec une femme y me tengo que volver andando porque no puedo con las gambas (por seguir con los galicismos). Cuando salgo la ropa me queda ajustada pero en el retorno parece colgar de una percha. Es muy agradable. Los toreros dicen lo mismo: al hacer el paseíllo casi no pueden moverse aunque luego, en el momento en que sale el toro, se les puede meter el dedo entre la cintura y la taleguilla. En su caso no es nada agradable. Pobre Curro Romero. Corría bastante más que yo.



domingo, 28 de abril de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. El chino del dolor



28 de abril de 2013


Domingo. Por la mañana nieva durante un minuto. Ha vuelto el invierno de nuestro descontento. Esto no se acaba nunca. En el río admiro una majestuosa grulla, que para los chinos simboliza… eeerm… todo; y para los antiguos era un símbolo de la prudencia y la vigilancia. Lo dice la Wikipedia, donde compruebo que sea una grulla lo que he visto y no cualquier otra ave acuática o una subdelegada de Agricultura. Debería investigar qué entiende la entrada por los antiguos. A ver, que me pierdo: vi una grulla y quiero pensar que es una señal propicia y un auspicio felicísimo. Me parece que escribí exactamente lo mismo y extraje las mismas (alucinadas) conclusiones el verano pasado cuando vi a un zorro y desde entonces no he levantado cabeza. Da igual. Si mediante la meditación, las drogas o las extenuantes gimnasias llego a convencerme de que esto es un diorama y yo mismo, el mando a distancia, todo irá bien. Todo irá bien. Todo irá bien. Todo irá bien. Todo irá bien.










viernes, 26 de abril de 2013

La obligada compañia del corredor en círculos. Prima della rivoluzione


26 de abril de 2013



Es una anécdota conocida que Luis XVI de Francia consignó en su diario Rien (Nada) el 14 de julio de 1789. Igual estamos en las mismas pero voy a arriesgarme y decir prácticamente lo que el rey: media horita, vuelve el fresco, sudo muy poco y para casa. Rien. Podría ser peor. Mucho peor.





jueves, 25 de abril de 2013

La obligada companía del corredor en círculos. Desayuno en la Tierra



24 de abril de 2013


Las once personas que siguen estas notas quizá hayan notado que ha desaparecido la base, origen, principio y justificación del diario: los escritos de los días en que empecé a correr (más de un año ha). Se han encarnado en forma de libro que deben ustedes comprar imperativamente. El volumen recoge las entradas desde enero de 2012 hasta febrero de 2013, está editado por la editorial menoslobos y presente en todas las librerias de España menos a la que usted acuda. También se puede adquirir por la red. Ya pondré dónde y cómo en cuanto lo sepa.

He evitado correr el riesgo de no convertirme, como David Copperfield, en el protagonista de mi propia epopeya. Por otra parte todos mis otros (minúsculos) proyectos laborales se van por el desagüe. Pero, en vez de ponerme nervioso o ingerir bebidas fermentadas, salgo, me canso y me tranquilizo. Y quedo aliviado. Como una res.

La cubierta de la cosa.


Todavía no he visto el objeto (libro) en sí. Pero, en teoría, debería quedar monísmo. Iré poniendo detalles. Tiene doscientas páginas y mide algunos centímetros.





Juro por Dios que diseñé la portada del mío (el de la derecha) antes de ver la de los otros dos. El tipo Trade Gothic y el negro y el amarillo resultan idóneos para subrayar sudores y esfuerzos, según parece.








martes, 23 de abril de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Helter Skelter



22 de abril de 2013


A ver. Organización. Método. Orden. Cifras. El otro día (¿el 20? Sí. Que era… ¿sábado?) salí y no lo consigné. ¿Por qué? Porque hacía muy bueno y en la orilla del río había personas. Muy desagradable.

Vuelve a refrescar. Los paseantes pasajeros desaparecen; pero emergen corredores nuevos de carne blanda y piel lechosa. Qué gracioso. ¡Me he convertido en un veterano! Hay dos formas de desdicha: sentirse inferior o más torpe o estúpido (y pobre) que los demás y sentirse superior, más sabio o más hábil (y rico) que el resto de nuestros semejantes. Yo a veces incluso (y es curioso) me siento de las dos formas a la vez. Con tal de afligirme y amargarme soy capaz de complejos malabarismos emocionales con varias pelotas en el aire. Quiero creer que estos corredores intactos no son iguales que yo. No. Qué va. Nadie es igual que yo. No te jode.





martes, 16 de abril de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Ejercicio de estilo



16 de abril de 2013



El carro solar se desplaza hacia posiciones más amables de su analema mientras el atildamiento, el cuidado del guardés. A día crecido, brisas de gimnasio y, en similares lemniscatas, el músculo vuelve al agua y con ojo rapaz descubre carnes novísimas.


Traducción:

Por la mañana voy al pueblo a mirar cómo está aquello. Me dejo el lomo pero queda más o menos. Hace de verano, eso sí. Por la tarde, otra vez en León, hago el circuito habitual. A la orilla del río ya se ve chicha.



La pelea. El hombre contra el vicio y la omisión. Creo que se entiende bien






lunes, 8 de abril de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. At Budokan



8 de abril de 2013


Como todo el mundo me da la brasa con el libro del japonés Murakami, me lo leo (el título, De qué hablo cuando hablo de correr, es una paráfrasis de uno de Carver como el mío lo es de uno de Sillitoe. Hay más semejanzas, pero se acaban pronto). El fulano empieza comparándose con una estrella del rock y corriendo en una isla de Hawái. A partir de ahí, sigue hacia arriba en un ejercicio de narcisismo absolutamente romo, además de insoportable, que me hace creer que el personaje de El Señor Chang (el tigre chino de la serie Community) está sacado directamente de este prestigiosísimo novelista (lo de prestigiosísimo es un dato incontestable: lo dice él mismo muchas veces).

Cuarenta minutos. Vaya. Ya casi recupero la forma de hace… seis meses.


La obligada compañía del corredor en círculos. La tarde del suicida



7 de abril de 2013



"The distance is commonly very great between actual performances and speculative possibility. It is natural to suppose that as much as has been done to-day may be done to-morrow; but on the morrow some difficulty emerges, or some external impediment obstructs. Indolence, interruption, business, and pleasure, all take their turns of retardation; and every long work is lengthened by a thousand causes that can, and ten thousand that cannot, be recounted. Perhaps no extensive and multifarious performance was ever affected within the term originally fixed in the undertaker's mind. He that runs against Time has an antagonist not subject to casualties."

"La distancia entre los verdaderos logros y las posibilidades especulativas es habitualmente enorme. Es normal suponer que tanto como se ha hecho hoy se podrá hacer mañana; pero al día siguiente alguna dificultad puede aparecer o un impedimento puede interponerse. La indolencia, las interrupciones, el trabajo o el placer, todo son causas de retraso; y cada tarea es dilatada por miles de causas que pueden distinguirse y por decenas de miles que no. Aunque quizá ninguno de nuestros grandes y variados logros se diferencien de los que el que asume la tarea tenía desde un principio en la cabeza. El que corre contra el tiempo, lo hace contra un antagonista que no sufre bajas".


Samuel Johnson. Pope (Lives of the Poets)




2013: ÆTAT. 46.] En provincias todos los días son como un domingo. Sobre todo los domingos. Y todos los domingos son un día perfecto para el pez plátano. Pero no me afecta. Por algún motivo (que no comprendo) estoy animado. Es posible que sea mi alejamiento temporal de los depresivos, es posible que sea mi insensatez.

Cito a Johnson porque viene al caso pero, quizá, también, porque no hacía más que escribir, vivía en precario y periódicamente iba a la cárcel por deudas que le tenían que pagar los conocidos. No hay nada peor (y más para una persona justificadamente orgullosa) que vivir teniendo que sentirse agradecido.

El darme cuenta de que correr más o menos tiempo o distancia es un mero ejercicio de voluntad (uno corre exactamente lo que quiere) no sé si me estimula o me paraliza. Hoy, desde luego, me paraliza. Veintipico secos minutos. Mmmm…






domingo, 7 de abril de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Operación Bikini (y II)



5 de abril de 2013


Continúo planteándome la moralidad de todo ejercicio. También sigo corriendo lo mínimo, pero ése es otro tema. Me cuesta mucho no hacer lo que dice Schopenhauer (véase la cita en la entrada de hace dos días) pero justo al revés. Es decir: tomar una verdad evidente (correr es bueno para mí), combatirla con gran violencia (¡lo que es bueno para mí son las cervezas, la televisión y las patatas fritas!) para, finalmente, reírme de ella (ja, ja, ja).

Lo ético está en lo feliz y lo feliz descansa en algo tan sencillo como que le siente a uno bien lo que le complace desempeñar. La desdicha, por tanto, residiría en:

1) que lo que le guste a uno hacer (atiborrarse y ver fútbol) le siente mal y/o

2) que lo que sea bueno para uno (el saludable atletismo) no le agrade nada llevarlo a cabo.


Ah, moralidad, compañera ingénita de la felicidad, esquiva y caprichosa puta, tullida y desfigurada fantasma… ¿Son viciosos todos los círculos menos los que se recorren en sudorosas agonías? ¿Es eso? ¿Eh? Contesta, cojones.







miércoles, 3 de abril de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Operación Bikini






3 de abril de 2013

Me dice mi mujer que no empiece las entradas con citas o con datos. Que no le interesan a nadie. Y que espantan a los lectores. Bien.

Afirma Schopenhauer que todo conocimiento de las cosas pasa por tres estados: primero es ridiculizado, luego es combatido con gran violencia y finalmente es aceptado como una verdad evidente. Abundo con el amigo Arthur aunque debo aceptar (tristemente) que yo mismo trato la realidad utilizando similares tamices o cedazos. En resumen: que tardo muchísimo en espabilar. Esperaba extraer de las carreras la tranquilidad y el cese del deseo. Miro a otros trotadores que progresan sin aparente esfuerzo y no veo nada de ello. ¿Son más felices o han alcanzado algún equilibrio sanamente envidiable? Lo dudo. En muchos casos siguen estableciendo jerarquías mezquinas (ése no corre una mierda) y celebran el espíritu competitivo y humillador presente en cualquier otra cucaña. Y no era eso, no era eso. ¿No hallamos nada en este sacrificio que nos ennoblezca y nos haga más sabios y pacientes? ¿Algo que interrumpa (aunque solo sea un momento) el zumbido constante de la insatisfacción? Mmmm… Estas gimnasias me ayudan a pensar y pensar me hace infeliz (y me impide ganar dinero).


Tampoco me hagan mucho caso. Soy lento en el análisis de entornos y tan antiguo que lo de operación bikini me sigue sonando a ensayo termonuclear. Tampoco corro mucho, aunque salgo mientras llueve y todo. Seguro que es bueno. 





Mateo (5, 15) y Lucas (11, 33): "No se prende una lámpara y se pone bajo el celemín, sino sobre el candelero para que alumbre a la gente". Así que aparte de contarlo todo sobre mi agonía contra el tiempo y las leyes de Newton, ilumino a los lectores con fotos de (personas disfrazadas de) monos. Debería poner más de Pietro Mennea o algún otro esclarecido atleta vivo o muerto. Pues no. De monos y de chavalas. También las coloco para compensar las cosas de la Biblia y de Schopenhauer


jueves, 28 de marzo de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Devocionario



28 de marzo de 2013



Jueves Santo. Lluvia intermitente (claro), temperatura agradable. Salgo un rato y sudo hasta por los párpados. A la vuelta, gran cantidad de coches atascados por las procesiones.

Un resultado deportivo enormemente simbólico de hoy mismo entre dos equipos de Tercera División en León: La Virgen: 3 La Cultural: 0. Sí. Son fechas.


lunes, 25 de marzo de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Post tenebras spero lucem



25 de marzo de 2013




¡Slapst, slapst, slapst! Las zapatillas del corredor en círculos vuelven a chancletear sobre el cemento del invierno achaparrado y pluvial de la provincia. Círculos, en efecto. Repetimos paisaje y sucesos. Parece que no se soluciona el malentendido: la extraña y singular súplica que Dios entiende todos los años por Semana Santa es que llueva permanentemente sobre los papones*, que para eso tienen el capuchón a dos aguas. Bendecidos queden.
 
Hacía más de veinte años que no visitaba La soledad del corredor de fondo. Lo leo otra vez. A modo de expiación por no haber salido en diecinueve días, por enmendarle la cita del epílogo del libro (está en imprenta) a Luis Grau y porque tenía curiosidad por saber cuánto corría el muchacho. Seis kilómetros en las glaciales mañanas de Essex y ocho kilómetros en la catártica competición. Vaya. No quiero oír risitas. A mí me parece una distancia de la hostia.


“And I could hear the lords and ladies now from the grandstand, and could see them standing up to wave me in: "Run!" they were shouting in their posh voices. "Run!" But I was deaf, daft and blind, and stood where I was, still tasting the bark in my mouth and still blubbing like a baby, blubbing now out of gladness that I'd got them beat at last”.
Allan Sillitoe.
The Loneliness of the Long Distance Runner

Ya podía oír a los señores y a las señoras de la tribuna y les veía de pie, preparados para recibirme. ¡Corre!, gritaban con sus voces de pijos ¡Corre! Pero yo estaba sordo y pasmado y ciego; y me quedé quieto en el sitio, todavía saboreando la corteza que llevaba en la boca y todavía llorando como un crío, llorando esta vez de felicidad por haberles derrotado por fin.



Al final robaba y huía y rabiaba y todo porque se había muerto su papá. Esto era antes de que los realistas sucios ensombreciesen nuestras almas y prosas y cuando los cuentos todavía conservaban alguna moraleja.
Leo, miro fotos... Mis fotos. Corro con los hombros arriba y las manos tontas, igual que los tiranosaurios. Rígido. Con el tren superior tenso. Así que lo hago mal como fondista y soy la descojonación como velocista. Supongo que por eso no me siento solo (hablando de títulos perfectos pero engañosos: tampoco el portero siente ningún miedo ante el penalty). No me siento solo, repito. Es lógico, ya que no dejo a nadie atrás.

*En León a los disciplinantes o cofrades se les dice papones.



No son precisamente las fotos de las que hablaba, aunque también salgo yo. En estas no aprendo nada. Pero las coloco porque ahorran problemas de derechos en posteriores publicaciones y, sobre todo, para ver que hay cosas que cambian aunque otras retornen eternamente. Una pasarela sobre el Bernesga y su cartel antes (2007) y en la actualidad (2013)



jueves, 7 de marzo de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. A la cera perdida


6 de marzo de 2013

Afirmaba Lao-Tsé: El mejor corredor no deja huellas. No es mi caso. Si corriese sobre arcilla se me podría sacar un molde de las piernas hasta las ingles. Me rindo y salgo temporalmente del tartán. Séptimo día consecutivo que salgo y peor marca en meses. Me da hasta vergüenza ponerla. Ayer mentí parcialmente: no hay cambios; eso no es verdad. Estoy retrocediendo. Quizá estas perseverantes fatigas me estén mandando un mensaje. Sí. Mmmm… Podría ser: sé calmoso como el lobo. El lobo (en mi versión del famoso problema del barquero) espera a que le pasen el río con la oveja y la col, pero luego también espera, una vez en el otro lado y con gran astucia, a que la oveja se coma la col y (entonces sí) se come a la oveja, con más nutrientes. Quizá también el mensaje de este problema/fábula que me obsesiona y en el que me empeño en ver consejas ocultas es: evita ser la col.





martes, 5 de marzo de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Die Welt als Wille und Vorstellung



5 de marzo de 2013




Sexto día consecutivo de renuncias y entrenamientos. El progreso es increíble. Quiero decir que es increíble que no haya NINGÚN progreso en absoluto. Al contrario. Me duelen las piernas, respiro fatal y aguanto cada vez menos. Hoy se juega la vuelta del Madrid-United y no descarto empezar ya un descanso y tomarme nueve cervezas.

He salido por la mañana y, al poder discernir formas y objetos, reflexiono sobre cómo León se ha convertido estéticamente en una ciudad post-industrial. Tiene cierto mérito, ya que no ha tenido nunca industria. Fúnebres muretes de hormigón, inquietantes barrios vacios, agujeros, porquería, fachadas discontinuas, revoques que se desploman, pintadas, olor a pis, callejones sin salida, túmulos, solares, cemento desmigajado… lo que aconsejaría El Libro Blanco de Arquitectura de la Franja de Gaza. E irá a peor.







Compro leotardos, escribo libros, me saco retratos… No corro una mierda, pero gasto gran cantidad de energía en estos actos colaterales o periféricos.

Foto de José Ángel Díez libre (aunque no lo parezca) de Instagrams,
Picmonkeys
y otras marcas de Caín





lunes, 4 de marzo de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Principio de razón suficiente



3 de marzo de 2013

Me gustan los animales en general y los perros en particular. Los perros me agradan (naturalmente) mucho más que las personas. Bien es cierto que carecen de sentido del humor, pero (y eso no se lo agradecemos lo suficiente) nunca se les ocurre afirmar lo contrario.
En las amplias entradas hacia la orilla del río se forman habitualmente tontos tapones por aluvión con dueños de chuchos normalmente apollardados (los dueños, digo) que se juntan como los pelos en los desagües o las pelusas debajo de los muebles. Al correr yo siempre solo no sé si puedo hablar al mismo tiempo. Aconsejan que sí, que uno debe poder hablar e incluso que sería aconsejable (supongo) decir cosas ingeniosas mientras se trota. Hoy en una de esas encrucijadas se me enredan tres perros en las piernas y compruebo que, si no charlar, sí puedo proferir interjecciones y blasfemias perfectamente oxigenadas a la vez que corro.

Post scríptum: hago los cinco kilómetros en veinticinco minutos. Diez minutos menos que ayer. No era eso. Día cuarto de cenicienta mortificación. Amén.






sábado, 2 de marzo de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Lejos y sombras



2 de marzo de 2013



Día tercero en ayunos y penitencias. No progreso gran cosa (treinta y cinco minutos y cinco kilómetros). Las diez jornadas de zanganeo y opiparación se cobran su mezquino tributo. Parece increíble pero cada vez se ve menos. Últimamente me cruzo en la pasarela al sur de la plaza de toros con una prostituta de color que se maquilla a la luz de las farolas. No sé cómo lo consigue. Ni siquiera sé cómo encuentra la avenida Sáenz de Miera. Supongo que porque conoce el camino (como yo mismo) de verlo por las mañanas. A la vuelta miro los carteles: no se hacen fotocopias, no se da cambio,
no se permite, no se limpia, no se sirve, no se sonríe… Joder, qué ciudad.





viernes, 1 de marzo de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Hambre violenta

1 de marzo de 2013


Estas fases de acendramiento y carpanta convierten un trozo de pan y un plátano no ya en manjar sino en golosina. Como en la fábula de Esopo El abogado y las peras; solo que en este caso le he dado una patada al cesto y he mirado las peras con melancolía inmediatamente. De hecho miro con melancolía hasta el fango.




acendrar.
(De cendrar).
1. tr. Depurar, purificar en la cendra los metales preciosos por la acción del fuego.
2. tr. Depurar, purificar, limpiar, dejar sin mancha ni defecto.


carpanta.
1. f. coloq. Hambre violenta.
2. f. Sal. Galbana, flojera.




No, hoy tampoco moveremos el bigote

jueves, 28 de febrero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. El río



28 de febrero de 2013



Joseph Conrad describe así el río Congo de finales del siglo XIX en El corazón de las tinieblas. En realidad los espacios en blanco de los que habla estaban en negro y esa es la razón por la que a Africa se la llamaba el continente negro. No por el color de la piel de sus habitantes como cree todo el mundo. Sino por su impenetrabilidad y desconocimiento. Oh.

“True, by this time it was not a blank space any more. It had got filled since my boyhood with rivers and lakes and names. It had ceased to be a blank space of delightful mystery—a white patch for a boy to dream gloriously over. It had become a place of darkness. But there was in it one river especially, a mighty big river, that you could see on the map, resembling an immense snake uncoiled, with its head in the sea, its body at rest curving afar over a vast country, and its tail lost in the depths of the land. And as I looked at the map of it in a shop-window, it fascinated me as a snake would a bird—a silly little bird”.


“De hecho ya no había espacios en blanco. Desde que era pequeño […el mapa…] se había llenado de ríos, de lagos y de nombres. Había dejado de ser un espacio en blanco con un delicioso misterio, una zona vacía sobre la que un muchacho podía soñar con la gloria. Se había convertido en un lugar de tiniebla. Había en él concretamente un río, un poderoso y enorme río, que uno podía ver en el mapa, parecido a una inmensa serpiente desenroscada con la cabeza en el mar, el cuerpo descansando ondulante a lo largo de una amplia región y cuya cola se perdía en las profundidades de la tierra. Cuando miraba el mapa, como si estuviera haciéndolo en un escaparate, me fascinaba igual que una serpiente hubiera podido fascinar a un pájaro. A un pájaro pequeño y estúpido”. *

El ficticio río Nung de Apocalypse Now entre Vietnam y Camboya es igualmente tenebroso y culebreante:

“Iba al peor lugar del mundo y entonces ni siquiera lo sabía. A semanas y cientos de millas de un río que serpenteaba a través de la guerra como un cable principal conectado directamente a Kurtz”.

En cambio el río sin nombre de Cien años de soledad es apacible aunque también de tormentosa navegación:

“Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas, que se precipitaba por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes, como huevos prehistóricos".

O, recordando a la protagonista de La caja de música de Costa Gavras en el Danubio pensando en las atrocidades cometidas en su orilla: I went down to the riverbank.

Pues que he bajado al igualmente oscuro Bernesga, he corrido poco y no me ha pasado nada. Así que selectos precedentes fluviales. Miro las etimologías de los nombres de los ríos: casi todos se llaman agua, agua que corre, movimiento, cauce o… río. Y lo que está al lado de los ríos también lleva nombres hídricos. Sí. ¿Qué cosas, eh? Hace un frío de la hostia.




* La versión (del texto original de la novela, no del texto moderno) es mía. Ignoro por qué hasta tres traductores al español que yo haya visto vierten uncoiled (desenroscada) a enroscada. Es curiosísimo.




miércoles, 27 de febrero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. El macho ómicron

27 de febrero de 2013


Tremendo parón. Por motivos irracionales que ya no recuerdo empecé a hacer el atorrante y dejé de salir (o intentarlo) todos los días. Quizá no deba correr. El pedante no corría, andaba. La gente dice lo de pedante como insulto pero no saben que el pedante era el maestro de niños que iba (a pie) de casa en casa. Así que el origen de la palabra está en pies (πούς  pous, ποδός podós) y no, como podría imaginarse, en niño (παις pais, παιδός paidós). Como corredor en círculos debería estar familiarizado con lo irracional. Después de todo, el número pi* lo es.

Pienso también que igual no está bien que salga por ahí a dar brincos y a respirar abdominalmente sin haberme separado antes.




*La notación con la letra griega π proviene de la inicial de las palabras de origen griego "περιφέρεια" (periferia) y "περίμετρον" (perímetro) de un círculo.


La obligada compañía del corredor en círculos. Take us up river!



19 de febrero de 2013

Hoy la gente estaba muy chula. Me adelantan cinco chavalas. Y luego dos fulanos. Y luego otro. Pero todos paran y suben hacia el Palacio de los Deportes. Y yo sigo. Sigo mucho rato.



lunes, 18 de febrero de 2013

La obligada compañia del corredor en círculos. Runner’s Delight


18 de febrero de 2013

Siete días he tardado.
Corro mal, salgo a toda velocidad, respiro como un oso y echo veinticinco minutos en lo que me llevó una hora el otro día. Luego (encima) voy a un gimnasio a seguir haciendo el tonto. Ni locus ni hostias: esto es sobrecompensación de toda la vida.

Leo en el National Geographic un artículo sobre la euforia del corredor que traduzco y gloso:
En la Universidad de Arizona realizaron un experimento con unos perros, unos hurones y unas personas: les hicieron correr. Los perros y las personas generaron unos endocanabinoides llamados anandamidas, que, como su propio nombre indica, les pusieron muy contentos. Los hurones no generaron una mierda porque no son bichos de correr y tienen que buscarse (supongo) otros estímulos para pasar el rato. Los científicos, es curioso, no mostraron ningún interés acerca de la prudencia y sensatez de los hurones y, en cambio, interpretaron prolijamente la sensación de bienestar producida por los receptores celulares activados gracias a las moléculas canabinoideas: que si esta euforia hace que se vean los colores más intensos, que si se obtiene una mayor percepción (y más presas), que si se experimenta una sensación de bienestar, que si se está más alerta… Factores todos que explicarían, según ellos, la práctica desde tiempos remotos de un ejercicio que nos lesiona a menudo y que nos hace evidentemente vulnerables.

Siempre he creído que la euforia o la percepción aguda producida por las drogas se debe a que ralentizan los procesos cerebrales. No tengo nada en contra de las drogas ni de la ralentización ni del retraso en general. Es un resultado que, lejos de ser indeseable, procura la felicidad. Lo veo a diario. ¿Según estos científicos de Arizona estoy corriendo para parecerme a los perrines y al público de Soziedad Alkoholika? Pues igual.







domingo, 17 de febrero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. La conciencia de Zeno



17 de febrero de 2013

La carne está pronta pero el espíritu es una birria. Hablábamos ayer del locus de control interno y del locus de control externo. Sí, hombre: lo de la foto de los monos. El locus de control es el grado en que un sujeto percibe los eventos. Si uno posee un gran locus de control interno cree (cree, percibe… así todo) que controla sus actos y valora el esfuerzo y la responsabilidad y la disciplina. Si uno, por el contrario, posee un locus de control externo, percibe (o cree) que las cosas ocurren por azar, la propia suerte estaría en manos de otros y el mérito o la responsabilidad recaerían o serían debidos a fuerzas exteriores.

Es muy fácil de entender: tan chalado está el individuo que piensa (o se traga) que puede conseguir todo lo que desee sólo con su voluntad o pidiéndose cosas como el que mantiene o sospecha que es un juguete del destino y que los hechos siempre son culpa de los demás o de las circunstancias. Como en el caso del pH del terreno, la salud mental está en un término medio entre la acidez y la basicidad.

¿A cuento de qué viene esto?: después del último día noto molestias en una rodilla así que atasco (o es atascada) mi depuración. Por prudencia. Mi locus de control externo le echa la culpa a la puta rodilla. Mi locus de control interno, que cree (o percibe) que la fase depurativa se ha terminado, marcha de vacaciones y empiezo a hacer el idiota como si no hubiera un mañana. Hoy, después de seis días, mi locus de control interno vuelve de Hawái, resacoso y macilento, y salgo a correr. Está jarreando y no paso del portal. Mi locus de control externo me mira con aire de suficiencia. Esto ya le pasaba a Lope, que tenía los locus regular:

Cuántas veces el ángel me decía:

Alma, asómate agora a la ventana,
verás con cuánto amor llamar porfía.

¡Y cuántas, hermosura soberana:

Mañana le abriremos -respondía-
Para lo mismo responder mañana!
A él le atormentaba Jesús y la fe y tal. A mí, las zapatillas con refuerzos. De mañana no pasa.



lunes, 11 de febrero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. La indiferencia de los materiales


11 de febrero de 2013


Vuelta a la carretera. Rompí las zapatillas. Las dos. No por las suelas. Las suelas están intactas. Me gustaría poder describir ásperos rozamientos u otros destrozos honorables, pero los agujeros están arriba, donde tocan las puntas de los dedos gordos de los pies. Concretamente en la parte de las falanges distales de los halluces (el hallux, por cierto, sólo tiene dos falanges mientras que los demás dedos u ortejos tienen tres). Consulto con Deportes El Chorco. Que se me han roto por el uñero (?). Que no están en garantía. Que les ponga un refuerzo por dentro. Que pasa mucho. Pues vale.

He decidido en esta enésima depuración plantearme retos mezquinos o chiquitines, pruebas morigeradas o timoratas, que pueda rebasar sin esfuerzo. Por ejemplo: salir todos los días pero sin exigirme nada más. Hoy lo hago. Ni miro cuánto tiempo he corrido. Mañana igual me despreocupo más todavía. Pasado puede que me calce los leotardos y las zapatillas con refuerzos y únicamente compre el pan…


Estas simiescas dialécticas que añado de vez en cuando me sirven para representar gráficamente ante mí mismo y ante los demás las peleas y obstáculos existentes entre voluntad, realidad y deseo. Entre id y superego. Entre mi locus de control interno y mi locus de control externo. Lo que pasa es que no discierno claramente quién soy yo. El mono que está más gordo, supongo.





domingo, 10 de febrero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Hop, you little plumber!



10 de febrero de 2013.

Nos pasamos el tiempo peleando contra diosas rameras: la gravedad, la aflicción, la justicia kármica… El día en que tenía previsto empezar mi nueva purga junto con una exhaustiva tabla de carreras y privaciones y tristeza, caigo enfermo. Desorientación, pérdida del apetito, fiebre, debilidad, modorrera en general… ¿Trata mi cuerpo de darme un ultimátum antes de que me lo dé yo mismo? ¿O, anticipándose a mis deseos, ha comenzado el proceso depurativo por su cuenta?
En todo caso estoy todo el rato hinchándome y deshinchándome como un balón de playa. O como el actor Christian Bale.





lunes, 4 de febrero de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. El príncipe



4 de febrero de 2013

Avanzada la tarde, vuelvo a casa y entro en mi despacho. Y en el umbral me despojo de mis vestidos cotidianos, llenos de fango y lodo, y me visto con ropas nobles y curiales. Entonces, dignamente ataviado, entro en las cortes de los hombres antiguos, donde, amablemente recibido por ellos, me deleito con ese alimento que es sólo para mí y para el que yo nací. Y no me avergüenzo de hablar con ellos y de preguntarles por las razones de sus acciones. Y ellos, por su humanidad, me responden. Y durante cuatro horas no siento ningún aburrimiento, me olvido de toda ambición, no temo la pobreza, no me da miedo la muerte: me transfiero enteramente donde están ellos. Y como Dante dice que no hay conocimiento si no se guarda lo que se ha comprendido, yo he anotado lo que he sacado con su conversación; y he compuesto un opúsculo: 'De Principatibus', en el que profundizo cuanto puedo en las dificultades de esta materia; razonando sobre qué es un principado, de cuántos tipos hay, cómo se adquieren, cómo se mantienen, por qué se pierden".*

Mis barros y ámbitos son similares a los del amigo Maquiavelo y su nutritiva prosa. Sólo que en vez de con Dante o Virgilio hablo con Arnulfo Quimare o Abebe Bikila. Bueno, tampoco estoy estudiando ni escribiendo cuatro horas. Aunque hoy sí corrí una seguida, por primera vez en mi vida. Y lo de compo­ner opúsculos sobre alguna materia… pues en ello ando; pero ni profundizo, ni razono, ni nada.


*Nicolás MAQUIAVELO, Epistolario privado. Edición y traducción de Juan Manuel Forte, Madrid: La Esfera de los Libros, 2007.