lunes, 7 de octubre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Octubre, octubre



2 de octubre de 2013 El camino del camello

Todavía no noto nada. Aunque NO he corrido la mitad de ayer (lo que serían cinco minutos). He corrido EL DOBLE (veinte). Debo mantenerme en estas magnitudes. Porque se me da mal hacer operaciones con números impares.





3 de octubre de 2013 Dame veneno


Iré apuntando mis progresos. Corro lo mismo que ayer. Así que acabo enseguida: ninguno.





4 de octubre de 2013 Alma en suplicio


Quinto día de rutina olímpica. Cierta novedad: ahora en casa a las siete de la tarde rompo a sudar por algún condicionamiento pavloviano. Así que me pongo los leotardos y me voy al río. Luz lavada de lluvia bruta y nubes enormes. Oh, qué hermoso. Lástima que ande uno a carreras.






6 de octubre de 2013 Bella sin alma


“El séptimo día Dios había terminado la obra que hizo, y reposó en el séptimo día de toda la obra que había hecho”.
Gn 2:2

Séptimo día. Domingo. Queda muy bien la cita del Génesis, pero no reposo. Reposé ayer. Porque fui al pueblo. Y porque había fútbol. Hoy corro lo mínimo. Solecito. Me cuesta llegar al río porque hay muchos puestos en el rastro. Sigue sin pasarme nada. Quizá podría intercalar recuerdos de juventud. Lo malo es que no me acuerdo de gran cosa. O poner fotos de mi metamorfosis. Pero como no experimento ninguna pues sería un poco bobada.

Lo siento, señores.

7 de octubre de 2013 La venganza del alma

Continúo con mi experimento de doctor chiflado. Todo doctor chiflado experimenta consigo mismo, claro. Octavo día de renuncia y séptimo de carrerinas. La televisión (yo veo mucho la televisión) me ofrece mensajes contradictorios. Hay varias cosas que ponen a todas horas: reportajes sobre gordos y sus agonías (que ya he superado) o programas de cocina y sus delicias (que no pruebo). Con sus variantes de venta de aparatos para gordos anunciados por nervudos atletas que, evidentemente, no los usan; y de utensilios de cocina que, es curioso, tampoco ves jamás manejar a los cocineros citados. Mejor. Menos cosas que codiciar. En el caso del ejercicio tengo la convicción de que es una pelea que se entabla contra uno mismo y no es necesario adquirir nuevos enemigos. Hago brazos, eso sí, desplazando por casa diversas máquinas gimnásticas de mi mujer, que las tiene todas.
Hoy corro media hora sin mucho esfuerzo. Empiezo y termino con profesores chalados: el Dr. Frank N. Furter. “In just seven days…”









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