domingo, 20 de octubre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. El jovencillo emponzoñado de whisky



19 de octubre de 2013



A veces antes de editar el texto final los diseñadores gráficos utilizan unas líneas falsas que encajan como borrador para hacerse una idea del aspecto definitivo de la página. Una prueba para elegir las texturas, grosor y tamaño de los tipos, vaya. Estas líneas están sacadas de un escrito de Cicerón titulado Finnibus bonorum et malorum (Los límites de lo bueno y lo malo) del año 45 a.C. Los que estamos familiarizados con ellas las llamamos el lorem ipsum:


Neque porro quisquam est, qui dolorem ipsum quia dolor sit amet, consectetur, adipisci velit, sed quia non numquam eius modi tempora incidunt ut labore et dolore magnam aliquam quaerat voluptatem. Ut enim ad minima veniam, quis nostrum exercitationem ullam corporis suscipit laboriosam, nisi ut aliquid ex ea commodi consequatur?



La cosa sigue, claro. Pero se hace uno una idea. ¿A qué viene esta exégesis? No es para espantar definitivamente a mis nueve lectores (aunque probablemente lo consiga) sino porque su traducción (que ignoraba) es… tachán, tachán:


Tampoco hay nadie que ame, persiga y quiera alcanzar el dolor mismo porque sea dolor, sino porque a veces se dan las circunstancias de manera que, con esfuerzo y dolor se pueda obtener un gran placer. Un ejemplo cualquiera: ¿quién de nosotros acepta algún ejercicio físico fatigoso si no es para conseguir con él alguna ventaja?

Espectacular ¿verdad? Bueno. Para mí. Este párrafo ful, que tenía delante y llevo viendo y utilizando décadas, habla de lo que he venido arguyéndome casi dos años. Qué jodido el Marco Tulio. En efecto: todo, incluido el sacrificio autoinfligido, es vanidad e industria y afán.
Que esta sabia constatación se use de relleno resulta irónicamente inevitable.











No hay comentarios:

Publicar un comentario