miércoles, 14 de octubre de 2015

La obligada compañía del corredor en círculos. Se cierra el círculo



7 de octubre de 2015



“I’m no yokel. I was all the way to Miami once”.

Lawrence Kasdan. Body Heat. 1981



Beber para hacer a la gente interesante, que decía Hemingway. O correr para no correr; lo que tiene la misma lógica que darse prisa para no tenerla.

Aparecen en estos días cerca de casa no una, sino dos mujeres muertas. Una en el punto exacto donde doy la vuelta para volver en el circuito de verano y otra todavía más cerca de mi portal. Contando a la occisa Isabel Carrasco véase entrada del 15 de mayo de 2013 ya van tres cadáveres bajo mis huellas. Conozco a la nueva comisaria que lleva estos casos. Los resuelve muy bien, como Jessica Fletcher o la señorita Marple, pero, al igual que ocurre con las detectives meticonas, la cosa empieza a parecer ya mucha coincidencia. Claro que también mi amistad con la jefa de policía y la proximidad de las fallecidas a mi domicilio me convierte, según la lógica de las películas, en el principal sospechoso.



14 de octubre de 2015



Es inevitable que la necedad de la política y sus ejecutantes empape a todo tiempo y arte, así que, alejado de literatura y plástica, leo las consejas sobre corredores cuarentones que salen en todas partes —en efecto, las dos cosas: consejas y cuarentones—. No entiendo cómo mi libro no es todavía obligatorio en los colegios. Me suelen dar la razón sobre zapatillas: —que se puede ir con las de casa—, ritmos, endorfinas, pulsaciones y vida eterna en general, pero difiero en su obstinación afirmando que: "correr media hora es un ejercicio suave" y, sobre todo, en que "no debe practicarse por estética". ¡Cómo se atreven! TODO debería hacerse por estética.








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