miércoles, 15 de abril de 2015

La obligada compañía del corredor en círculos. Pasos hacia el cielo



15 de abril de 2014

· Octavo día de convalecencia. Acierto otra vez mi diagnóstico —es un esguince: lo confirman cuatro horas de centro ambulatorio y sus preceptivas placas radiográficas— y revivo, esta vez con la muñeca derecha, los capítulos V y siguientes de mi libro (La obligada compañía del corredor en círculos. Ernesto Rodera 2013 Ed. MenosLobos. Disponible en www.amazon.es. Cómprenlo de una puta vez).


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En un excepcional  —incluso para León— alarde de pesimismo me dan hora en el traumatólogo el día veinte de mayo. Dentro de más de un mes. Espero sinceramente saludarle con un firme apretón de manos.


· Debería sentirme orgulloso de haber adquirido yo solo velocidad suficiente para darme tal guarrazo. Otros en semejante propósito utilizan un automóvil o, por lo menos, una bicicleta. Esta atlética petulancia resulta muy disminuida por el menesteroso aspecto de El Lute —brazo en cabestrillo, cojera, excoriaciones en el pómulo, cara de pena…— que ofrezco estos días.


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Confirmo que soy un diestro estricto y que utilizo la mano muchísimo, para casi todo.


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En estos dos últimos años he hecho tres exposiciones de pintura, he escrito un libro, he participado semanalmente en dos programas de radio y he publicado a diario en nueve periódicos. También me he hecho un esguince de rodilla y otro de muñeca, he sido mordido por una víbora, me he levantado la uña del dedo gordo del pie derecho y he tenido tres o cuatro gripes. No he aprendido nada, he ganado poquísimo dinero y estoy en similar forma física que cuando empecé a correr.


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Debo viajar más: el otro día estuve en Ponferrada y me pareció lejana y exótica.


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Aprovecho este obligado parón en mis sucesivas huidas para encontrarme a mí mismo; me encuentro en efecto. Me asusto un poco. Me saludo y me despido educadamente.



· Sueño que corro. Que corro con las manos. Lo digo con el asombro que el estar despiertos nos causa a los muy vagos.





No es tan romántico precisamente como el retrato de Apollinaire herido, pero vale para dar pena.





2 comentarios:

  1. El libro se editó en 2013, no en 2015. Lo digo por fastidiar, más que nada,... como ahora ya no puedes ejercer violencia sino verbal (ni siquiera escrita o dibujada), pues me aprovecho para chinchar.

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  2. Y aún diría más, Miguel. Ahí arriba pone "15 de abril de 2014". Para mí que Ernesto ha entrado en un bucle temporal. Los esguinces como puertas temporales para el viaje al pasado..

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