lunes, 6 de mayo de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. Vigilia



6 de mayo de 2013



Una semana nutriéndome de fútbol, alcoholes, ácidos orgánicos, ésteres y aldehídos; y destilando de esa fermentación poco o ningún consuelo. Vaya por Dios. Ahora la luz dura mucho y los días son más largos. Es una pena que no me apetezca estar despierto.

En el río, mucha gente nueva. Aterrados ante la cercanía de la temporada de lorza vista, supongo. Me pasa una chica a gran velocidad bandeándose, oscilando y cabeceando come fossi una bambola. Me doy cuenta hasta yo. Así, pienso, no puede seguir mucho rato. En efecto: al cabo de unos metros se para y empieza a andar despacito. Siento ganas de detenerme y darle consejos: Verá, señorita, he podido percibir… Pero, naturalmente, no lo hago. La adelanto intentando que mis erguidos movimientos, vertical postura, perpendiculares desplazamientos y, sobre todo, mi orgulloso silencio, le sirvan de ejemplo. Juá.

Sep, ya noto cosas y corrijo comportamientos, aunque sea mentalmente. Qué cojones: ¡he escrito un libro sobre el tema! Por fin lo puedo decir. No lo vendo porque todavía no tiene distribuidora, pero existir, existe.

Ah, hoy empiezo una nueva fase de depuración (y van…). 1ª Jornada.






Siempre me fascinó este sello acuñado en el año de mi nacimiento (aunque, me temo, no con ese motivo). Representa a un chasqui. Un trocador inca. Llevaba y traía mensajes y objetos por la extensísima red de caminos que construyó esta civilización. Relevándose y descansando en tambos después de haber corrido en una sola jornada a veces más de doscientos kilómetros. Igual que el Pony Express, pero sin pony. La  imagen, bastante inexacta, le muestra sin la mochila o qüepi y sin su mnemotécnico quipu de cordeles; tocando una zampoña (?) en vez del pututu o pututo o caracola (o cuerno) con la que anunciaba su llegada… y con un notable parecido al actor cinematográfico George Clooney.



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