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sábado, 3 de octubre de 2015

La obligada compañía del corredor en círculos. Avanzan enmascarados



2 de octubre de 2015

De repente tengo la impresión de que todo el mundo está preparando algo, que son más cautos y sensatos que yo. Que planifican, proyectan y recogen. Noto que una especie de nieve —simbólica— se licúa y riega los frutos de las personas mientras que la mía se acumula en el techo esperando hundirme la casa y apagarme el fuego. La gente se me asemeja a la hormiga del cuento: conforme, apercibida, adaptada. No digo que sean unas taimadas comadrejas, no. Sólo que me lo parecen.


Quizá se debe a que la temperatura baja, el aliento toma cuerpo, las sombras avanzan y, en la orilla del río, van —vamos— quedando los solitarios corredores de invierno. Los que hacen que parezca que estoy inmóvil o que corro hacia atrás, con enorme peso en los pies, como en los sueños.