miércoles, 30 de octubre de 2013

La obligada compañía del corredor en círculos. El hombre que confundió a su mujer con una báscula



30 de octubre de 2013

Me veo asaltado a menudo en la televisión o en la red por petulantes exobesos que han bajado de peso media tonelada y gritan (o lo parece) frases absurdas tanto sobre sus supuestas humillaciones cuando vivían en el mundo de los gordinflas como eslóganes que suenan a chúpate ésa cuando se van a habitar el narcisista universo de los musculines. Oigo su miscelánea venganza contra ellos mismos: “nadie creía que fuera capaz de no zamparme todos los días seis tartas”, “me escupían en la calle por mi grasiento aspecto”, “mi madre se cambió de apellido porque le daba asco”, “ahora me río de los tirillas”, “corro un maratón antes de levantarme y otro en vez de merendar”, “no como más que polvo y tendones de pollo”, “mis hijos y mi mujer tratan de seguirme pero no tienen media hostia”…

Francamente, creo que su problema no era el sobrepeso.








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