31 de enero de 2016 León
en invierno
Cuando salgo a correr trato —además y al mismo tiempo— de no comer ni beber. Es un triple desafío. Mi particular Ironman. Esta combinación de meneíllo con inmovilidad, de ritmillo sin ingesta intenta —sin conseguirlo— equipararse a la alta vibración permanente que explica —ejem, perdón— la física cuántica. Nada se está quieto. Aunque yo deba estarme quieto a veces y no ir al frigorífico. Ni al supermercado. Esto de ahora quieto, ahora corre más que a la teoría de cuerdas recuerda a las torturadas bestias de los circos.
Cuando salgo a correr trato —además y al mismo tiempo— de no comer ni beber. Es un triple desafío. Mi particular Ironman. Esta combinación de meneíllo con inmovilidad, de ritmillo sin ingesta intenta —sin conseguirlo— equipararse a la alta vibración permanente que explica —ejem, perdón— la física cuántica. Nada se está quieto. Aunque yo deba estarme quieto a veces y no ir al frigorífico. Ni al supermercado. Esto de ahora quieto, ahora corre más que a la teoría de cuerdas recuerda a las torturadas bestias de los circos.
1 de febrero de 2016 Illuminations o Is that all there is?
El dios de la mecánica universal me escucha y, el muy cachondo, me inmoviliza. Mal. Tengo que dejarlo a los siete minutos porque me duelen —mucho— las piernas. No lo entiendo. Es absolutamente imposible que sea sobreentrenamiento. Es como diagnosticar coma etílico a alguien que se haya tomado dos mostos. Empiezo a envidiar cuerpos, pero no el aspecto. El interior. Esponjosos y aterciopelados pulmones, bombeantes ventrículos, poderosos páncreas, afinados tiroides, tensos vasos y capilares, firmes y nervados ejes hipotalámico-hipofisario-adrenales…
El dios de la mecánica universal me escucha y, el muy cachondo, me inmoviliza. Mal. Tengo que dejarlo a los siete minutos porque me duelen —mucho— las piernas. No lo entiendo. Es absolutamente imposible que sea sobreentrenamiento. Es como diagnosticar coma etílico a alguien que se haya tomado dos mostos. Empiezo a envidiar cuerpos, pero no el aspecto. El interior. Esponjosos y aterciopelados pulmones, bombeantes ventrículos, poderosos páncreas, afinados tiroides, tensos vasos y capilares, firmes y nervados ejes hipotalámico-hipofisario-adrenales…
En esta ciudad, ya lo he
escrito más veces, de noche está muy oscuro. Las zonas de sombra crecen al
ritmo de nuestra indigencia. Veo a algunos corredores con dispositivos
luminosos, bien es cierto que más para ser vistos que para ver. Al primero que
distingo —con una luz anaranjada dirigida a… ¡su propio rostro!— es al político
Marcos Barazón, mano o uña derecha de la occisa Isabel
Carrasco y alcalde por aclamación en su pueblo. Imputado por
—a ver si me acuerdo de todo—: negociaciones prohibidas a funcionarios, prevaricación,
cohecho, tráfico de influencias, fraude y revelación de secretos (?) Corre que
se las pela. Como si tuviera un motorín. ¿De qué trata de escapar? ¿De la
humana justicia? ¿De su turbio pasado? ¿De su incierto futuro? No sé. Trato de desentrañar
la información o leer las señales que me dan estos ratos y no llego a ninguna
conclusión. Quizá no la haya.
Hoy, también, los perros me ladran; lo que no me
había ocurrido nunca.