24 de enero de 2014
Hablo con un atleta de esto. Uno de verdad. De los
que hacen maratones por el campo, miden uno treinta y cinco y pesan veintinueve
kilos. Sale el tema de las yinkanas colectivas que se organizan cada dos por
tres y me cuenta una cosa que no sospechaba: se pueden organizar mal. Yo creía
que con la buena voluntad de los corredores (¡que pagan por participar!)
bastaba. No. Lo importante es el público y no todos los públicos son iguales.
Si no lo preparas bien puede resulta que haya partes del recorrido vacías de espectadores
o… (esto es lo que me dejó más turulato) ¡con gente que insulte a los participantes!
En serio. ¡Culo gordo! ¡Adónde vas que no
puedes con los huevos! Cosas así. Dios santo.
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