miércoles, 4 de septiembre de 2013
La obligada compañía del corredor en círculos. Les vacances de Monsieur Rodera
1 de septiembre de 2013
Me levanto a las ocho y media y salgo a correr por el campo (todavía estoy en el campo). No me había levantado a las ocho y media un domingo desde hace… nunca. Para restablecer cierto equilibrio gárrulo (de facundo o parlanchín) tras la paz silvestre voy a Gradefes a ver fútbol matinal. Estrépito de bar. Balones a la olla, taruguez, Iker en el banquillo, se va Özil…. Bertolucci se encontró a Brando. Ancelotti se encontró a Zidane. Y los dos creen (o les hacen creer) que el mérito es suyo. Ah, corro lo mismo que hace dos días. Mmmm. Sí. No me gusta Ancelotti.
Beatus ille, el campo deleitoso, la paz de estos desiertos… El agro no es… romántico. El esplendor en la hierba y la gloria en las flores me traen sin querer a la cabeza olor a estiércol, excoriaciones en los dedos, avispas y dolor de lomo. Cuando oigo lo de la tierra roja de Tara que le dicen el padre y Ashley Wilkes a Katie Escarlata no pienso en la fuerza que le suministra o las dudosas raíces morales de que la provee. Ahora malicio que la tierra roja de Tara es con seguridad ligeramente ácida con un ph de siete o algo menos y de arcillas, propicias para retener agua (y que mantienen la humedad todo el ciclo del algodón*), ricas en hierro.
*Y de los esclavos y de la arrogancia.
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