6 de mayo de 2013
Una semana nutriéndome de
fútbol, alcoholes, ácidos orgánicos, ésteres y
aldehídos; y destilando de esa fermentación poco o ningún consuelo. Vaya por
Dios. Ahora la luz dura mucho y los días son más largos. Es una pena que
no me apetezca estar despierto.
En el río, mucha gente
nueva. Aterrados ante la cercanía de la temporada de lorza vista, supongo. Me
pasa una chica a gran velocidad bandeándose, oscilando y cabeceando come fossi una bambola. Me doy cuenta
hasta yo. Así, pienso, no puede seguir mucho rato. En efecto: al cabo de unos
metros se para y empieza a andar despacito. Siento ganas de detenerme y darle
consejos: Verá, señorita, he podido
percibir… Pero, naturalmente, no lo hago. La adelanto intentando que mis
erguidos movimientos, vertical postura, perpendiculares desplazamientos y,
sobre todo, mi orgulloso silencio, le sirvan de ejemplo. Juá.
Sep, ya noto cosas y corrijo comportamientos, aunque sea mentalmente. Qué cojones: ¡he escrito un libro sobre el tema! Por fin lo puedo decir. No lo vendo porque todavía no tiene distribuidora, pero existir, existe.
Sep, ya noto cosas y corrijo comportamientos, aunque sea mentalmente. Qué cojones: ¡he escrito un libro sobre el tema! Por fin lo puedo decir. No lo vendo porque todavía no tiene distribuidora, pero existir, existe.
Ah, hoy empiezo una nueva
fase de depuración (y van…). 1ª Jornada.
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