21 de mayo de 2013
"- There’s nothing wrong in being a physical wreck, you know. There’s no moral obligation to be Postmaster-General or Master of Foxhounds or to live to walk ten miles at eighty.
- ‘Wrong’. - I said. -‘Moral obligation’. You’re back on religion again.
- I’ ve never left it. - Said Brideshead".
Brideshead Revisted. Evelyn Waugh
"- No hay nada de malo en ser una ruina física, ¿sabes?
No existe la obligación moral de convertirse en director general de Correos o maestro
de monterías o de vivir para caminar quince kilómetros a los ochenta.
- No - dije - Obligación moral. Otra vez has vuelto al tema de la religión.
- Nunca lo había dejado- dijo Brideshead".
- No - dije - Obligación moral. Otra vez has vuelto al tema de la religión.
- Nunca lo había dejado- dijo Brideshead".
Yo no tengo las
seguridades de Bridey sobre la ética del asunto de las carreras en particular o
del deporte en general (ni sobre muchos otros). Los ateos tenemos que
fabricarnos nuestros propios imperativos categóricos, cosa que es bastante
menos ridícula que atender a los mandamientos prefabricados por iluminados
individuos que hablan con invisibles y abstractos demiurgos… Como digo es cosa
menos tonta, pero lleva tiempo.
A diario estamos más cerca de la filosofía de lo que creemos. Basta con que nos pongan a dormir sobre el suelo en un futón delgadito con manchas sospechosas en casa de cualquier amigo para que todos nos hagamos las mismas preguntas trascendentales: ¿Qué hago aquí? y, sobre todo, ¿Por qué?
Así, me interrogo permanentemente sobre la vanidad o necesidad implícita en este caso (de correr). Luego borriqueo un rato y se me pasa. Mis (ridículas) marcas y (escasa) tenacidad eliminan cualquier tentación de proselitismo kantiano (obra de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal) o petulancia y enseguida llego a la conclusión de que hay cosas que se hacen sólo porque es posible hacerlas; sin moralidad alguna que las respalde. Como los festivales de música ligera o los vaqueros de pinzas. Y sobre la salud y los motivos griegos de conectar mente y cuerpo y tal tengo la seguridad de que viviremos doscientos o trescientos años en cuanto no nos apetezca vivir ni cincuenta.
A diario estamos más cerca de la filosofía de lo que creemos. Basta con que nos pongan a dormir sobre el suelo en un futón delgadito con manchas sospechosas en casa de cualquier amigo para que todos nos hagamos las mismas preguntas trascendentales: ¿Qué hago aquí? y, sobre todo, ¿Por qué?
Así, me interrogo permanentemente sobre la vanidad o necesidad implícita en este caso (de correr). Luego borriqueo un rato y se me pasa. Mis (ridículas) marcas y (escasa) tenacidad eliminan cualquier tentación de proselitismo kantiano (obra de forma que puedas desear que la máxima de tu acción se convierta en una ley universal) o petulancia y enseguida llego a la conclusión de que hay cosas que se hacen sólo porque es posible hacerlas; sin moralidad alguna que las respalde. Como los festivales de música ligera o los vaqueros de pinzas. Y sobre la salud y los motivos griegos de conectar mente y cuerpo y tal tengo la seguridad de que viviremos doscientos o trescientos años en cuanto no nos apetezca vivir ni cincuenta.
De vez en cuando elaboro estas bobadas tipo tumblr que sólo me hacen gracia a mí. |
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