22 de abril de 2013
A ver. Organización.
Método. Orden. Cifras. El otro día (¿el 20? Sí. Que era… ¿sábado?) salí y no lo
consigné. ¿Por qué? Porque hacía muy bueno y en la orilla del río había
personas. Muy desagradable.
Vuelve a refrescar. Los paseantes
pasajeros desaparecen; pero emergen corredores nuevos de carne blanda y piel
lechosa. Qué gracioso. ¡Me he convertido en un veterano! Hay dos formas de
desdicha: sentirse inferior o más torpe o estúpido (y pobre) que los demás y
sentirse superior, más sabio o más hábil (y rico) que el resto de nuestros
semejantes. Yo a veces incluso (y es curioso) me siento de las dos formas a la
vez. Con tal de afligirme y amargarme soy capaz de complejos malabarismos
emocionales con varias pelotas en el aire. Quiero creer que estos corredores intactos
no son iguales que yo. No. Qué va. Nadie es igual que yo. No te jode.
No hay comentarios:
Publicar un comentario