3 de enero de
2017 Perro por carnestolendas. Continúan las fechas. Familia y televisión. ¿En qué momento se convirtió la envidia en una
actividad intelectual, en un género; con revistas, anuncios y programas? En el
río, pocos
aficionados. Ninguno, de hecho. Ya llegarán. El día uno de enero me sumerjo
bastante en una piscina EXTERIOR por la mañana. Al solecito. A cero grados. Oh,
yeah. 6 de enero de 2017 El desencanto Conmigo mismo. Reyes. Fiesta. Tomo la
cerveza (y el vermut y los gintonics) y salgo a correr. Borracho, yo creo.
Cualquier día me voy a dar una hostia. Tengo que dejar una de las dos cosas.
Tengo la impresión que se tiene con el coche de cuando sospechas (o peor: sabes)
que estás yendo en dirección contraria y te vas poniendo más y más nervioso. 30 de enero de 2017
Apariencia y tenacidad Mañana de piscina exterior y noche de carrera standard.
Reflexiono sobre la voluntad… y sobre la apariencia o representación. Llego a a
la conclusión de que el mundo es voluntad y representación. Qué listo soy. 1 de
febrero de 2017 El mal de Morton Mañana de sauna y piscina. Noche de carreras.
Retribución. Mi amor por las piscinas vacías y mi horror por las llenas (de personas, no de agua). 8 de febrero de 2017 Salgo a toda
prisa al mediodía. Y vuelvo enseguida también. Como me duele el hombro
(izquierdo) en cuanto nado más de cien metros estoy reduciendo los tiempos de
ejercicio en forma de píldora. Cada vez aguanto más en la sauna, de lo que no
creo que haya competición. Lo miro. No encuentro campeonatos, pero sí una
apuesta de unos noruegos a ver cuánto aguantaban con un muerto y todo. El
ganador, supongo. 13 de febrero de 2017 La vida acuática de Mucha agua en el
Bernesga. Y en la piscina nubes y claros. El mejor momento del día. Cerrado el
paseo a la altura del Puente de los Leones. 16 de febrero de 2017 Tractatus. En
el pueblo, la caída de la brida. Impresión abrumadora de soledad. La seguridad
de que nadie va a rescatarme. Huyo. El río vuelve a ser recorrible. Más agua.
Mis conversaciones de sauna abarcan cada vez más temas. No solo el fantama/mafioso tributario y automovilístico. Salud, fútbol, motos, sistemas La seguridad es uno
de los peligros de la existencia, decía Goethe. 18 de febrero de 2017 Hoy me
echan de las orillas del río (de las dos) porque… hay una carrera. A las siete
de la tarde. Aún así no dan las luces. Acabo corriendo delante de los
corredores, detrás de los corredores y, finalmente, por encima y en paralelo a
los corredores de verdad. Lo que simbolizaría o sería parecido a… no tengo ni
idea. 21 de febrero de 2017 Lunes. Recados. Cosas que hay que hacer. Sauna y
piscina. Tarde de carreras. No tengo ganas de 27 de febrero de 2017 Temporales.
Septentriones. Se levanta parcialmente el tejado de Pequeña Reata. Voy con el
perito y me caigo de la misma antigua, majestuosa y carcomida escalera de la
que me había caído la semana anterior. Hasta saco una foto mientras. Hoy
limpiaban la piscina. Así que tuve que vagar con mi toalla. Me gusta secarme
dentro. Por las vistas. Presumir del estado de forma o de las marcas atléticas
es tan idiota como presumir de estar gordo. ‘Ayer
engordé quinientos gramos. Mañana pienso superarlo y engordar setecientos. Mira
qué lorzas’. Es ridículo. Como todo. 3 de marzo de 2017 Literalidad. Frío.
Anochece más tarde, pero sigo saliendo justo cuando oscurece, y los vampiros
estiran las piernas. Todos los días veo los titulares de las columnas de
opinión en los periódicos locales. Como los títulos a veces son misteriosos y
evocadores (Café para llevar, Perros rabiosos, Óptica Europa…) a veces pico y
trato de leerlos. Al final (y desde un principio) tratan de gente que toma el
café por la calle, de perros rabiosos o de un comercio. Otra expectativa
defraudada. Repetidamente. 6 de marzo de 2017 La voz a ti debida o El taxista. Camiseta
y sol de tarde. Por la mañana voy (como siempre) a la piscina. No hay piscina.
La están limpiando. O pintando. O haciéndole la autopsia. Disgusto. Como si un
amigo falta a una cita. En la película Taxi Driver se oyen dos voces: la del
Travis interior y lo que piensa (el Travis alienado completamente loco) y el
funcional, normal, que dice hola qué tal o quieres tomar algo. Y la 10 de marzo de
2017 Temperaturas asombrosas. Salgo en camiseta. Adelanto a una bicicleta. La
llevaba una niña muy pequeña. Pero adelanto a una bicicleta. 13 de marzo de
2017 Problemas de millonarios. (Me) llenan la piscina. Aún así doy brincos
como… un pez… fuera del agua. Lo siento. Lo siento mucho. El tejado (como
síntoma) sigue provisionalmente tapado. Me llaman del seguro. Tres veces. Con
tres fechas diferentes. 15 de marzo de 2017 This was the end of the river
all right. Hace muy bueno. Nado al sol. Corro al sol. Me salen bultos. Poseer
cosas y personas. Poseer EL TIEMPO de las personas. De su compañía. Todo
sentimiento es agresivo y territorial. No quiero tener. Me ponen el tejado Teo y
Vicente (como los hermanos Van Gogh) que dicen cosas rarísimas como me encanta y dejar la pasta (al cemento
o mortero se le llama pasta en argot albañil) durita. En serio. Un poco más
que la bechamel, dialogan. No eran pareja. 20 de marzo de 2017 Vigilia y abstinencia. Estas palabras eucarísticas (pentecostal, epifanía…) son, aparte
de polisémicas, enormemente eufónicas. Y consoladoras. Por eso las usan,
supongo, los seres más tristes del mundo. PRIMER DÍA DE HACERLO TODO BIEN. Hago
mis viñetas y un cartel. Entrego. Establezco una cita. Nado en la piscina. Me
alimento de alcachofas cocidas y fruta. Limpio la casa. Todavía estoy a tiempo
de cagarla, claro. Hoy empieza la primavera y, según la lógica inversa de todo,
deja de hacer bueno (vengo de correr en camiseta) y mañana dan máximas de ocho
grados. Pronostican incluso nieve. Llega abril. Winter kept us warm, covering
Earth in forgetful snow… 22 de marzo 2017 Gorila en la niebla. Por la mañana me
baño a dos grados y por la noche corro a uno. Llego a nadar con aguanieve
cayendo y con vapor saliendo del agua, lo que produce unos efectos
neblinoazulados enormemente plásticos. La piscina exterior suele estar vacía,
pero, de vez en cuando se sumergen breves señores gordos y calvos que recuerdan
en textura y color a los garbanzos en remojo. A la mierda la plástica. En las
bernesgas tinieblas me cruzo con 1) Un grupo de ensayantes penitentes vestidos de civil con sus
destempladas cajas y desafinados pífanos ensayando, supongo, también su
coreografía que consiste en caminar mientras se toca el tambor 2) un pequeño
coche de bomberos pennylaico en el Puente de los Leones y a las dos pequeñas
prostitutas de wengue o palisandro (hay más maderas oscuras aparte del ébano)
que se incorporan a su puesto en Sáenz de Miera. Pienso, como ellos al verme,
supongo, que estamos todos desesperadamente chiflados. 25 de marzo de 2017 Purgatorio.
Mucho frío. Viernes. Envejezco y siento envidia. Son deportes no homologados. O
sí. Aniversario de boda. Siete años. Aquí a la película sobre el consabido
picor de ese periodo preciso la titularon La tentación vive arriba. Por
ejemplo. Más clichés. 28 de marzo de 2017 Cambian la hora. Otra vez. Así que,
aunque salgo a las ocho veo los penitentes y su chorus line a plena luz del día.
Es raro. Solo es gente tocando el tambor y la trompeta pero mi instinto
pavloviano me da ganas de persignarme cuando les paso corriendo. 3 de abril de
2017 Calor y manga corta. Mucha gente en el río. Y en la piscina. Y música. Un
infame hilo musical omnipresente (yo diría que incluso debajo del agua) de baja
frecuencia y de los ochenta (lamento el pleonasmo). Mi humor no mejora nada con
la (obligada) compañía. 11 de abril 2017 Obediencia. A pesar de la danza de la
lluvia bailada de forma numerosísima por nuestros apaponados penitentes hace
buenísimo. Hasta León sur se llena de turistas. Echo de menos el frío y la soledad.
Llegará. Con la lluvia. Diarios de Kafka. 2 de agosto de 1914. Alemania declara
la guerra a Rusia. Por la tarde, escuela de natación. “Creer,
sin ironía, en el propio talento, puede hacer daño. Pero esto tiene una
gravedad relativa. Es más grave, aún, el daño que puede hacer a los demás”. Josep
Pla. You’ll never catch me alive said he. Waltzing Matilda. Car, grâce à toi j'ai rendu l'esprit Je me suis pendu cette nuit... et depuis... Je chante. Los dos vagabundos de ambas canciones, después de ser molestados por la policía, se suicidan. 17 de abril de 2017 Hoy por
la mañana trato, sin conseguirlo por muy poco, de aguantar quince minutos de
sauna. Por poco hago diez largos y, por la tarde intento, faltándome muy poco,
correr una hora. Debo decir en mi descargo que ayer domingo probé
(absolutamente harto de la cada vez más pastoral, por aborregada, Semana Santa en
la provincia) a beberme una botella entera de whisky. Y por poco lo consigo. 20
de abril de 2017 Sigue haciendo sol a toda hora. Estoy saturado. ¡Estoy hasta
moreno! Estamos en abril. Este descalzaputas nos ha de dar que sentir.
Territorialidad e intrusismo. Un señor dando saltitos en la piscina como con…
unos calcetines. La ciudad está muy sucia. 25 de abril de 2017 Otra vez el
señor con calcetines en la piscina. (Recuerdo al hombre con calzoncillos de
Payuelos. La ropa interior y las carnes mórbidas pueden producir muy diferentes
estímulos) Y música arratonada. Afortunadamente, hoy ya es día de diario y
bajan las temperaturas: afluencia menos dominga que otros días. En el río por
la tarde, viento en contra.
La obligada compañía del corredor en círculos
sábado, 29 de abril de 2017
miércoles, 28 de diciembre de 2016
La obligada compañía del corredor de fondo. Train In Vain
8 y 11 de
diciembre de 2016 Sunday drivers
Sigo siendo
un cliché con patas —cada
vez más robustas—.
No alcanzo la iluminación. No veo en las chavalas el saco de excrementos que
decía el Buda. Veo otras cosas. Llega el domingo. En León en estas fechas hacen
el revival del revival de un revival. Hay un conjunto que hasta se llama los
Sunday Drivers. Domingueros, de toda la vida. Como hace bueno, salgo en
camiseta y me voy al quinto pino por la ribera del Porma, río que asocio ya,
como fluvial compañero de carrerinas, con el Bernesga y el Esla.
Luego, al
día siguiente, caigo enfermo. Me curo en cuatro días. Por una lógica subnormal
e inversa vuelvo de forma inmediata a beber y a comer sin tasa. Son fechas.
27 de
diciembre de 2016 Los años dorados
Life itself is an exile. The way
home is not the way back.
Colin Wilson
Colin Wilson
Me gustaría
que me asombrara la magia en donde no discierno más que rutina o sandez. Ser
entretenido por objetos engendrados, no creados. Como el Cristo. No
imaginármelo, como el resto de entes, con la forma de una criatura previamente
mecanografiada.
Para haberme administrado tales Navidades, corro el río entero. Hacia arriba y hacia abajo. Oscuridad y frío de tumba. Son, como digo, fechas.
miércoles, 30 de noviembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Impermeable II
21 de
noviembre de 2016 Ansiedad
Por la mañana nado un rato en el calor de invernadero de la Sociedad Deportiva Venatoria mientras tras la cristalera vuelve a llover sobre las azules cisternas y amenas praderas del exterior.
Por la mañana nado un rato en el calor de invernadero de la Sociedad Deportiva Venatoria mientras tras la cristalera vuelve a llover sobre las azules cisternas y amenas praderas del exterior.
Por la
tarde salgo a correr río arriba y abajo. Mi dormitorio empieza a oler a
vestuario de caballeros.
24 de noviembre de 2016 La noche del millonario
Anoté para completar las notas de este día dos palabras: frío y diagnóstico. Ya no me acuerdo qué cojones quería decir. Probablemente que hacía frío.
25 de noviembre de 2016 Sound and visión
Sam Shepard en sus cuentos de motel saca muchos ruidillos. Da ambiente. Claro, que son sonidos vaqueros y machos: coyotes, viento de sorrasca, sirenas, silbidos de trenes lejanos… Yo soy más de tafos. Hoy en el río aromas a morcilla en vez de a cloaca o maría; es curioso.
24 de noviembre de 2016 La noche del millonario
Anoté para completar las notas de este día dos palabras: frío y diagnóstico. Ya no me acuerdo qué cojones quería decir. Probablemente que hacía frío.
25 de noviembre de 2016 Sound and visión
Sam Shepard en sus cuentos de motel saca muchos ruidillos. Da ambiente. Claro, que son sonidos vaqueros y machos: coyotes, viento de sorrasca, sirenas, silbidos de trenes lejanos… Yo soy más de tafos. Hoy en el río aromas a morcilla en vez de a cloaca o maría; es curioso.
Todos alcanzamos lo que queremos… diría un libro de autoayuda —como si alguno no lo fuese—… cuando nos tire del pijo conseguirlo, añadiría yo. Lo mismo da que pidas que se reproduzcan tus leucocitos, aprobar una oposición o que te crezcan las tetas. Lo conseguirás, morirás en el intento o dejará de importarte. No hay más alternativas. En dos días, mi cumpleaños. Cincuenta. En plena forma —corro hora y pico, hago cien fondos, tengo dos empleos, la, la, la, la…—. Qué bien.
domingo, 20 de noviembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Glandfinger
20 de noviembre de 2016
No he tolerado entera —creo— ninguna película de 007. Trozos, a menudo, de casi todas. Son hilarantes. Las más torvas o serias son las últimas, con el apretado —incluso sus músculos están fruncidos— Daniel Craig. Veo una escena particularmente curiosa de Casino Royale: mientras juega una partida de póker, el villano le envenena. En vez de desmayarse y despertar atado a algún mueble, se desfibrila, se opera, se da incluso puntos o se pone algunas grapas —me parece— y vuelve a la partida. Luego, en vez de antibióticos, se toma una copa y se come un filete. Eso no lo había visto nunca. Por primera vez en la historia del cine —del cine, repito: los dioses siempre han hecho cosas rarísimas con las tripas— el héroe presume de la fortaleza de sus órganos internos. ¡Toma esto, maldito! ¡Mira qué páncreas! ¡Sufre con mis jugos gástricos! ¡No podrás con mis fértiles ganglios!
En Inglaterra por Navidad ponen películas de James Bond. Como aquí en España ponen de Jesucristo o de Joselito. Claro, que en Inglaterra James Bond es tradicional; parte del folklore. Lo que sería aquí Torcuato Fernández Miranda.
No he tolerado entera —creo— ninguna película de 007. Trozos, a menudo, de casi todas. Son hilarantes. Las más torvas o serias son las últimas, con el apretado —incluso sus músculos están fruncidos— Daniel Craig. Veo una escena particularmente curiosa de Casino Royale: mientras juega una partida de póker, el villano le envenena. En vez de desmayarse y despertar atado a algún mueble, se desfibrila, se opera, se da incluso puntos o se pone algunas grapas —me parece— y vuelve a la partida. Luego, en vez de antibióticos, se toma una copa y se come un filete. Eso no lo había visto nunca. Por primera vez en la historia del cine —del cine, repito: los dioses siempre han hecho cosas rarísimas con las tripas— el héroe presume de la fortaleza de sus órganos internos. ¡Toma esto, maldito! ¡Mira qué páncreas! ¡Sufre con mis jugos gástricos! ¡No podrás con mis fértiles ganglios!
En Inglaterra por Navidad ponen películas de James Bond. Como aquí en España ponen de Jesucristo o de Joselito. Claro, que en Inglaterra James Bond es tradicional; parte del folklore. Lo que sería aquí Torcuato Fernández Miranda.
______________________________
Al carecer estas notas de tablas, cuadros, gráficos, cronogramas e historiales
pedestre/clínicos solo tengo la seguridad —eso sí es posible averiguarlo por
las fechas— de que salgo a dar brincos más domingos que cualquier otro día de
la semana. También sé la razón. La única por la que hacemos todo: la que aúna
sexo y vanidad, instinto reptiliano y razón, ácido desoxirribonucleico y
literatura: el miedo. Hoy vuelve a ser domingo. Oscuro. Frío. Lluvioso. Profesional.
miércoles, 16 de noviembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. The natives are restless
15 de noviembre de 2016 El miedo del portero ante la soledad de fondo
Perihelio y afelio. Perigeo y apogeo. El Sol se separa de nosotros —o nosotros de él, dicen los listos— hasta cinco millones y pico de kilómetros. La Luna, hasta cincuenta mil. Ahora —hoy— se supone que está muy cerca. A trescientos cincuenta y seis mil en vez de a los cuatrocientos seis mil que se pone a veces. No sé por qué me ha quedado el párrafo como si estuviera hablando de a cómo está el añojo.
El satélite no se percibe más grande, claro. Pero, como desde los cuatro años tengo la impresión de estar perdiéndomelo todo —tanto sucesos como personas—, después de aplazarlo el día entero, salgo a las ocho de la tarde. A contemplar la —falsa— superluna. Me doy unas carreras, me estiro, me encojo, me alzo y me agacho, me propulso y me freno; vuelvo a casa y se me olvida mirar el cielo. A ver por la ventana... Sí. Ahí está. Luna llena. Impresionante. Igual que todos los meses.
Sigo leyendo artículos marcianos y tomándomelos en serio un rato. Es
otra de las señales del carcamal: que se repite. Haciendo cosas y contándolas.
Y mascullando en bajo por la calle —y escribiendo mascullar—. Siete síntomas de que uno padece diabetes. Los tengo
todos, por supuesto: varias modorreras, sed, ganas de orinar, pérdida de
peso, visión borrosa, hormigueos sin especificar… El mismo suelto puntualiza que para evitar esta cruel patología es bueno hacer media hora —¡media hora!—
de ejercicio diario —¡diario!—. Con media de ejercicio diario no evito la
diabetes: evito que en los próximos Juegos EEUU nos adelante en el medallero.
El clásico ANTES y DESPUÉS. A la izquierda, el autor en las playas de Portugal este verano, tratando de respirar. A la derecha, mucho más fino, en nuestros días. |
Resulta que la superluna no sale hasta su hora. Aunque sea superluna no tiene supervelocidad. Así que hoy tampoco la veo en la inusualmente templada —aunque igual de tenebrosa que estos últimos cinco años— orilla del Bernesga. Que recorro entera hacia arriba y hacia abajo. En ambas direcciones; que no sentidos —la gente tiende a confundir dirección con sentido—. Sentido el río solo tiene uno. Más que yo.
domingo, 13 de noviembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Minuto y resultado
13 de
noviembre de 2016
Mañana, rastro,
solecito, etc… Atribuyo que el tiempo sea una construcción humana y lineal —a
un neutrino le da igual que sea noviembre— a que sea imposible modificar el
pasado. No puedo tampoco, jamás podré, corregir las cervezas o las idioteces
de ayer; resulta igualmente imposible disfrutar el presente, entrópico y
dinámico hasta su inaprehensión, ni —claro— gozar un futuro que nunca llega. No
existen las dimensiones: una pared no está a una distancia sino a un tiempo que, al ser percibido por cada persona de una manera diferente —al igual que el
color—, puede que no exista en absoluto o sea una singularidad: que se acerque de
forma constante a un número infinito.
Etiquetas:
dimensiones,
domingo,
infinito,
lemniscata,
neutrinos,
noviembre,
rastro,
singularidades,
todos los domingos se parecen,
ya me vale
jueves, 10 de noviembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Vaciar la piscina
2 de
noviembre de 2016 El orden natural
Corro muy rápidamente un circuito corto porque he quedado, así que me doy mucha prisa. Luego estoy once seguidas horas en los bares viendo el fútbol y tomando cerveza. Ninguna de las dos cosas tiene mayor interés. ¿Por qué consigno una y no otra? Es más, ¿por qué consigno alguna? La respuesta es: disciplina. O su ausencia.
Corro muy rápidamente un circuito corto porque he quedado, así que me doy mucha prisa. Luego estoy once seguidas horas en los bares viendo el fútbol y tomando cerveza. Ninguna de las dos cosas tiene mayor interés. ¿Por qué consigno una y no otra? Es más, ¿por qué consigno alguna? La respuesta es: disciplina. O su ausencia.
4 de noviembre de 2016 Drain the pool
A las seis y media ya es noche cerrada. Cemento húmedo. Oscuridad. Como trotar en una cinta. En un búnker. Cuando uno está solo ansía compañía, cuando consigue compañía busca amistad, cuando tiene amistad quiere amor y cuando tiene amor quiere volver a cualquiera de las otras casillas. Así pasamos el tiempo, de escaque en escaque, haciendo el berzas; en vez de proteger al rey o tapar las diagonales de los alfiles, que es para lo que —se supone— estamos en el tablero.
De una manera u otra todos los días veo alguna gacetilla perogrullesca sobre nutrición o ejercicio.
Acabo de terminar una que establece y asevera —lo juro— que el agua no tiene
calorías. En serio. ¡Cero! ¡Ninguna! Y que debería
formar parte de cualquier dieta. Otra que basta adelantar la cena a las dos
de la tarde para eliminar su pesadez nocturna —no, no propone en cambio
acostarse a las nueve y media de la mañana para alcanzar igual propósito—. Los artículos
que hablan de correr afirman de forma solemne que debe uno evitar completar un
maratón el primer día y que es mejor no romperse los ligamentos o fracturarse
ambas clavículas. Aprendo mucho. Cualquier día leeré que el ozono, el helio y
el nitrógeno están bien; o que deberían poner más carbono en los colegios. O en
los niños.
8 de
noviembre de 2016 Los homicidios
Otra jornada de engaño a la sociedad. Voy al dentista: que fenomenal —cero euros—. Renuevo el carnet de conducir. Me toca un doctor de los que me gustan: borrachín y charlatán, de película de John Ford, capaz de decirle a alguien en coma que está hecho un toro. Vista de rapaz, reflejos de portero de primera división —dice. Ochenta y cuatro euros—. Luego, con la luz de fundido a blanco de la cellisca, salgo a dar carrerinas. Me parece que estoy absorbiendo y aprovechando la energía del Sol, pero a lo tonto, ya que ninguna vaca me come.
Estoy a punto de cumplir cincuenta años y me acabo de dar cuenta de que no he dado un paseo en mi vida.
Otra jornada de engaño a la sociedad. Voy al dentista: que fenomenal —cero euros—. Renuevo el carnet de conducir. Me toca un doctor de los que me gustan: borrachín y charlatán, de película de John Ford, capaz de decirle a alguien en coma que está hecho un toro. Vista de rapaz, reflejos de portero de primera división —dice. Ochenta y cuatro euros—. Luego, con la luz de fundido a blanco de la cellisca, salgo a dar carrerinas. Me parece que estoy absorbiendo y aprovechando la energía del Sol, pero a lo tonto, ya que ninguna vaca me come.
Estoy a punto de cumplir cincuenta años y me acabo de dar cuenta de que no he dado un paseo en mi vida.
miércoles, 2 de noviembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Los muertos
17 y 19 de
octubre de 2016 Odio o Run like everybody is watching
Nunca he competido. Bueno, alguna vez de chaval —diluido casi de forma homeopática en un equipo de fútbol—, pero ya ni me acuerdo. He opositado, pero, como me daba exactamente igual aprobar, tampoco sentía la animadversión supuesta —y exigida carnívoramente— por mis rivales, a los que veía trasudar, colorados y ceceantes delante del tribunal. Por eso me sorprendo sintiendo auténtico odio e insultando entre dientes a una lejana señora de gran pandero y ofensivo chándal que trota muy despacio sin doblar las rodillas y a la que no consigo alcanzar. ¿Es esto el espíritu olímpico? Debo decir que ayer salí a divertirme y beber y lo único que no conseguí fue divertirme. Esta excusa sí forma parte del carácter o esencia del deporte; después de todo y como dicen los ajedrecistas: jamás nadie ha derrotado a un rival al que no le doliera la cabeza.
21 de octubre de 2016 Apetitos
Nunca he competido. Bueno, alguna vez de chaval —diluido casi de forma homeopática en un equipo de fútbol—, pero ya ni me acuerdo. He opositado, pero, como me daba exactamente igual aprobar, tampoco sentía la animadversión supuesta —y exigida carnívoramente— por mis rivales, a los que veía trasudar, colorados y ceceantes delante del tribunal. Por eso me sorprendo sintiendo auténtico odio e insultando entre dientes a una lejana señora de gran pandero y ofensivo chándal que trota muy despacio sin doblar las rodillas y a la que no consigo alcanzar. ¿Es esto el espíritu olímpico? Debo decir que ayer salí a divertirme y beber y lo único que no conseguí fue divertirme. Esta excusa sí forma parte del carácter o esencia del deporte; después de todo y como dicen los ajedrecistas: jamás nadie ha derrotado a un rival al que no le doliera la cabeza.
21 de octubre de 2016 Apetitos
Veinte
veces. Desde que cerré la temporada de verano el día diecisiete de septiembre —En
España agosto termina a principios del mes de octubre— he salido a dar brincos
veinte veces. En treinta y un días, ¿qué he conseguido? Perder —muy poco— peso
y volumen y, extraña, inopinada y desproporcionadamente, incrementar mi libido
a ridículos niveles adolescentes. He estado a punto de preguntarle a mi mujer
si me está echando algo en la comida. ¿A qué viene esto? Se supone que me
embarco en tan narcisistas escaladas para proporcionarme serenidad, contento
mineral y paz —también— metabólica; no picores priápicos que a nadie aprovechan
ni benefician. Venga. Ya está bien. Soy un señor mayor.
23 de
octubre de 2016 Gliptoteca
Rastro. Río. Solecito. Nubosidad variable. Me ha costado, pero creo que he conseguido joderme el tendón de Aquiles del pie izquierdo. Mis hormonas y emociones siguen bailando la conga. Ahora de vez en cuando siento una desoladora y afilada tristeza y hasta lloro como una plañidera siciliana mirando series —abundancia de mocos y todo con el San Junipero de Black Mirror—. Así que, dolorido, estimulado y triste he llegado a la conclusión de que debo estar embarazada.
Rastro. Río. Solecito. Nubosidad variable. Me ha costado, pero creo que he conseguido joderme el tendón de Aquiles del pie izquierdo. Mis hormonas y emociones siguen bailando la conga. Ahora de vez en cuando siento una desoladora y afilada tristeza y hasta lloro como una plañidera siciliana mirando series —abundancia de mocos y todo con el San Junipero de Black Mirror—. Así que, dolorido, estimulado y triste he llegado a la conclusión de que debo estar embarazada.
1 de noviembre de 2016 Yo solito
Domingo
falso. Gran silencio. Hoy es martes y Día de Todos los Santos, Samhain, Halloween o Los Muertos. Aprovecho
esta semana de cuidados —mi tendón de Aquiles parece haber vuelto a su tensión
original— y me emborracho dos días no consecutivos. Lo que parece estabilizar —algo—
mi loca, loca testosterona. Eso no lo ponen nunca en los artículos sobre
nutrición o gimnasias. Podría cubrir yo ese hueco. Podría cubrir todos los
huecos.
Retrasan —aparte de todo lo demás— la hora. Ya se hacía de noche antes. Es lo natural. Pero ahora me da la impresión de que oscurece más rápido. Quiero decir a mayor velocidad. Inmediatamente. En pocos segundos. Como si girasen una llave. Aprovechan además para bajar la temperatura diez grados. Igual. De repente.
Retrasan —aparte de todo lo demás— la hora. Ya se hacía de noche antes. Es lo natural. Pero ahora me da la impresión de que oscurece más rápido. Quiero decir a mayor velocidad. Inmediatamente. En pocos segundos. Como si girasen una llave. Aprovechan además para bajar la temperatura diez grados. Igual. De repente.
sábado, 15 de octubre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Cerveza, michelines y Horacio
7 de
octubre de 2016 El velocista
Mucho espacio en muy poco tiempo. Manga corta todavía. Estancamiento. ¿Cómo se describe una paliza que no sea "brutal"? ¿Una cordial paliza? ¿Una paliza mediocre? ¿Una paliza... standard?
Mucho espacio en muy poco tiempo. Manga corta todavía. Estancamiento. ¿Cómo se describe una paliza que no sea "brutal"? ¿Una cordial paliza? ¿Una paliza mediocre? ¿Una paliza... standard?
8 de octubre de 2016 Cerveza, michelines y Horacio
El muñeco o mascota de Michelin se llama Bibendum y fue creado por Marius Rosillon —conocido por O’Galop— para una cervecería. Los hermanos Michelin lo adoptaron en 1898 y, conservando la frase latina de Horacio ¡Es hora de beber!, le hicieron brindar con cristales y clavos —¡los neumáticos Michelin se tragan los obstáculos!—. Es hora, quizá, de parar. Mañana hay fútbol. España - Albania. Tanto si ganamos como si perdemos: Nunc est bibendum! No. No me lo creo. Me he dado cuenta de que debo reunir gran cantidad de energía para cambiar mis hábitos. Se toma la pereza como inmovilidad, pero tiene más que ver con la inercia. Cualquier inercia. Las personas —y los objetos— quieren seguir haciendo lo que estén haciendo: perdiendo energía cinética, tomando cocaína, ganando dinero, teniendo querida, viendo la televisión, trazando una curva…
10 de octubre de 2016 Premonición
En efecto. Permanezco impermeable y miro el poco entusiasmante partido de la Selección con una taza de té. En estos días me doy mucha prisa para salir a —y liquidar el— correr antes de que anochezca. Así que ahora, además de contra todo lo demás, troto hasta contra el sol. En mi camino hacia el río, sobre el escaparate de un local abandonado han pegado con mucho celo —en todos los sentidos— un folio donde hay escrito: angustia, ansiedad, miedos, fobias, adicciones, depresión, estrés, pánico… Busco casillas para tachar, pero no hay, claro. Es una enumeración de los trastornos de que se ocupa —y supuestamente cura— un Gabinete de Psicología. Corro una hora. Me está empezando a salir tabletita. Tampoco me he portado tan bien. No llevo ni un mes siendo tan morigerado. Muy raro todo. Esto me ha de dar que sentir.
12 de
octubre de 2016 Cien jinetes
Miércoles. Fiesta. Día de la Hispanidad. Otro domingo impostor. El ambiente político resulta cada vez más espeso e insensato. De una estolidez infantil, desesperante.
Miércoles. Fiesta. Día de la Hispanidad. Otro domingo impostor. El ambiente político resulta cada vez más espeso e insensato. De una estolidez infantil, desesperante.
14 de
octubre de 2016 Llamando a las puertas del cielo
Continúa la
fiesta de las palabras con nuevos medallistas. Un año después del de Svetlana
Alexievitch le dan el Nobel de Literatura a Bob Dylan, que pulsa y fija en
norteamericano la figura del poeta adolescente bello y furioso, de suela en el
aire y cabeza desnuda y despeinada, para el que la ciudad es un monstruo pero
la playa también es escombro. Que se va lejos, muy lejos; feliz como con una
mujer* —véase la portada de The Freewheeling—. Superior a Woody Guthrie
e inferior a Rimbaud o al Antiguo Testamento —cuyos versos monumentales fusila
ceñudamente—. Tanto la periodista como el cantor —y los señores de Estocolmo—
refuerzan mi idea de que el arte o la literatura son líquidos, que rezuman de
cestos podridos y se adaptan a recipientes más excitantes —periódicos,
Internet, televisión, rock’n’roll…— en cuanto pueden. Antes me hacía estas
reflexiones mientras me tomaba una cerveza. Este último mes me las hago
mientras bebo té, corro o, sobre todo, mientras me ducho. Me paso el rato
duchándome. A veces creo que estoy duchándome todo el día. No hago otra cosa.
En mi vida he estado tan limpio. Acabo de salir de la ducha. La tercera de
hoy.
*Sensation
Par les
soirs bleus d’été, j’irai dans les sentiers,
Picoté par
les blés, fouler l’herbe menue:
Rêveur,
j’en sentirai la fraîcheur à mes pieds.
Je
laisserai le vent baigner ma tête nue.
Je ne parlerai
pas, je ne penserai rien:
Mais l’amour infini me montera dans l’âme,
Mais l’amour infini me montera dans l’âme,
Et j’irai
loin, bien loin, comme un bohémien,
Par la
Nature, — heureux comme avec une femme.
Etiquetas:
Antiguo Testamento,
Bibendum,
Bob Dylan,
Hispanidad,
Horacio,
inercia,
la cabra de la Legión,
nunc est bibendum,
O'Galop Marius Rosillon,
Rimbaud,
té
martes, 4 de octubre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Carácter
30 de septiembre de
2016 El corredor en círculos
No debería correr a diario. No es mejor. No se progresa. Ya lo sé. Ya he hecho esto. Ya he estado aquí.
No debería correr a diario. No es mejor. No se progresa. Ya lo sé. Ya he hecho esto. Ya he estado aquí.
1 de octubre de 2016
Recaída
En español no existe relapsar, aunque sí recaer.
Relapso: Que reincide en el pecado del que ya había hecho penitencia, o en una herejía de la que había abjurado. Del latín. Participio pasado de relabi ‘volver a a caer’.
Relapse: Deteriorate after a period of improvement. Return to a less active or a worse state.
El matiz moral —¡siempre la puta moral!— del español desaparece en
inglés, donde es un verbo habitual para describir momentos de los adictos.
Exagero, naturalmente. Me tomo —después de quince días de castigo— unas
cervezas al verdor del sol, junto a casa, en el parque tomado por chiringuitos
y coloreadas caravanas de donde mana la música, la comida y la bebida y rodeado
de flores, fuentes, amigos y amores.
En español no existe relapsar, aunque sí recaer.
Relapso: Que reincide en el pecado del que ya había hecho penitencia, o en una herejía de la que había abjurado. Del latín. Participio pasado de relabi ‘volver a a caer’.
Relapse: Deteriorate after a period of improvement. Return to a less active or a worse state.
El matiz moral —¡siempre la puta moral!— del español desaparece en
inglés, donde es un verbo habitual para describir momentos de los adictos.
Exagero, naturalmente. Me tomo —después de quince días de castigo— unas
cervezas al verdor del sol, junto a casa, en el parque tomado por chiringuitos
y coloreadas caravanas de donde mana la música, la comida y la bebida y rodeado
de flores, fuentes, amigos y amores.
Luego salgo a correr y sudar como un vidrio. Llevo, como todo el mundo, una
vida llena de contrastes. Juá.
2 de
octubre de 2016. Fácil
El clic. Casi todo hábito o ejercicio continuado conduce al virtuosismo y el virtuosismo al ocasional aburrimiento. Supongo. Yo tengo el superpoder de aburrirme antes de llegar no al virtuosismo, sino a la mera práctica.
El clic. Casi todo hábito o ejercicio continuado conduce al virtuosismo y el virtuosismo al ocasional aburrimiento. Supongo. Yo tengo el superpoder de aburrirme antes de llegar no al virtuosismo, sino a la mera práctica.
4 de
octubre de 2016. Pseudovectores
Isaac Stern: A ver si lo entiendo. Ellos pondrían todo el dinero; yo haría todo el trabajo. Si no le importa que le pregunte, ¿qué haría usted?
Oskar Schindler: Asegurarme de que se sepa que la fábrica está ganando dinero. De que posea cierto estilo. Es en lo que soy bueno. No en el trabajo, no el trabajo… En la apariencia.*
*Itzhak Stern: Let me understand. They put up all the money. I do all the work. What, if you don't mind my asking, would you do?
Isaac Stern: A ver si lo entiendo. Ellos pondrían todo el dinero; yo haría todo el trabajo. Si no le importa que le pregunte, ¿qué haría usted?
Oskar Schindler: Asegurarme de que se sepa que la fábrica está ganando dinero. De que posea cierto estilo. Es en lo que soy bueno. No en el trabajo, no el trabajo… En la apariencia.*
*Itzhak Stern: Let me understand. They put up all the money. I do all the work. What, if you don't mind my asking, would you do?
Oskar
Schindler: I'd make sure it's known the company's in business. I'd see that it
had a certain panache. That's what I'm good at. Not the work, not the work...
the presentation.
(De la
película La lista de Schindler, 1993,
Steven Spielberg. La traducción es mía).
La presentación. La foto. Las dimensiones de la reproducción. Eso es todo. Sacar los términos trabajar y entrenar. Mucho. Constantemente. Lo primero lo dicen los actores y las folklóricas. Y los artistas plásticos. Trabajan sin parar. Jornadas de oficina. Nunca he oído a uno decir que se pasa los días tocándose los huevos. Igual es verdad. Depende de lo que considere uno trabajo. Si dar entrevistas, ir a una inauguración, comer con tu agente o sobar chavalas —o chavales— impresionables es trabajar, no paran. En efecto.
Pues lo de entrenar, igual. Hoy no salí un rato con mi trote cochinero a sudar pretéritos cubalibres. Salí a entrenar —aunque sigo pesando noventa y pico kilos. Siempre peso noventa y pico kilos. No me extraña que se llame fiel a la aguja de la balanza: su lealtad sólo es comparable a la de un votante de derechas—. Puedo escribir que estoy muy entrenado. A mentir. The presentation. Big time.
Etiquetas:
apariencia,
entrenamiento,
mentiras gordas,
momento de fuerza,
práctica,
presentación,
pseudovectores,
relapso,
Schindler,
trabajo
jueves, 29 de septiembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. End Of The Season
29 de septiembre de 2016
Abandono Villa Modorra. Me reconozco incapaz de poner nada sobre casa y parque que no suene horto/sexual. Influencia británica, claro, cuyo clima lluvioso e insular les predispone, creo, a la metáfora pícara en forma de estambre, jardinero, pompa y flor. No puedo decir que cubrí los mimbres, recorté el seto o que dejé el césped húmedo y fresco sin que parezca una fantasmada. Como no puedo escribir que conseguí que el camino de entrada se corriera cuatro veces sin producir similar efecto.
Abandono Villa Modorra. Me reconozco incapaz de poner nada sobre casa y parque que no suene horto/sexual. Influencia británica, claro, cuyo clima lluvioso e insular les predispone, creo, a la metáfora pícara en forma de estambre, jardinero, pompa y flor. No puedo decir que cubrí los mimbres, recorté el seto o que dejé el césped húmedo y fresco sin que parezca una fantasmada. Como no puedo escribir que conseguí que el camino de entrada se corriera cuatro veces sin producir similar efecto.
Cierro la dacha sin haber hollado los macadanes de los Payuelos y sus
canales —¡comenzada ya
su segunda fase!— ni una sola vez en todo el verano. Vuelvo al Bernesga. Con
resultados todavía inciertos. Quizá hoy sea el último día que salgo con luz.
Quizá sea el último que lo haga en camiseta. Quizá sea el último de mi vida.
Oh. Ah.
domingo, 25 de septiembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Septiembre
23 de septiembre de 2016 La tercera ley de Newton
Otoño temprano. Siete de la tarde. Sol. Veintiún grados. ¿Qué mejor que ponerse una vieja camiseta y unos leotardos agujereados y salir a correr? No sé. ¿Cualquier cosa? Mas no: me he metido en esto y ahora hay que seguir. Después de todo me llamo Rodera y ya se sabe que es fácil entrar en una rodera, pero muy difícil salir. Como digo, hace bueno y tal. A mí el tiempo no me parece un tema desligado de lo que ocurre o una conversación de aeropuerto, sino la realidad misma. Hay que profundizar un poco. Los ciclos ENSO —El Niño Southern Oscillation— nos enseñan una y otra vez —sin que nos importe un cojón— el inevitable principio de pecado / penitencia, acción / reacción; y la temperatura nos recuerda que nos convertimos en una fermentada babilla por encima o debajo de una fina membrana de oxígeno o calor, vulnerables a todo. Vamos, que cualquier tema es infinito. Sobre todo para los que no podemos mantener el buzón cerrado. Me pregunto a qué debo estas gárrulas logorreas, estas macroglosas facundias, estos puntos de fuga. A que no me gusta pensar, supongo.
Otoño temprano. Siete de la tarde. Sol. Veintiún grados. ¿Qué mejor que ponerse una vieja camiseta y unos leotardos agujereados y salir a correr? No sé. ¿Cualquier cosa? Mas no: me he metido en esto y ahora hay que seguir. Después de todo me llamo Rodera y ya se sabe que es fácil entrar en una rodera, pero muy difícil salir. Como digo, hace bueno y tal. A mí el tiempo no me parece un tema desligado de lo que ocurre o una conversación de aeropuerto, sino la realidad misma. Hay que profundizar un poco. Los ciclos ENSO —El Niño Southern Oscillation— nos enseñan una y otra vez —sin que nos importe un cojón— el inevitable principio de pecado / penitencia, acción / reacción; y la temperatura nos recuerda que nos convertimos en una fermentada babilla por encima o debajo de una fina membrana de oxígeno o calor, vulnerables a todo. Vamos, que cualquier tema es infinito. Sobre todo para los que no podemos mantener el buzón cerrado. Me pregunto a qué debo estas gárrulas logorreas, estas macroglosas facundias, estos puntos de fuga. A que no me gusta pensar, supongo.
24 de septiembre de 2016 Picnic
Debería contar anécdotas y, sobre todo, transcribir diálogos. A la gente
eso le encanta. Básicamente para ver si sale. El más memorable que recuerdo y
el único que he transcrito es el del fulano que le reprochaba a otro más
chiquitín que le hubiera comido el chorizo y media hogaza. No es que no oiga
nada digno de ser reproducido, es que salgo y vuelvo solo en estos diminutos
viajes concéntricos. También podía, como razonaba ayer, callarme la boca; pero
hay tres razones por las que se escribe: explicar lo listo o sensible que es
uno —no, no te gusta contar historias o explicar el mundo: te gusta que te escuchen hacerlo—, explicar lo
listos o sensibles que son los demás —en este país hacer la rosca
constituye una enorme bolsa de empleo— o explicar
lo listo y sensible que es uno gracias a los demás. Oh, oh.
Si el narrador no se adhiere a una de esas tres categorías, no narra. Nada. Y eso es así. Bueno. Ya hay bastante material.
Si el narrador no se adhiere a una de esas tres categorías, no narra. Nada. Y eso es así. Bueno. Ya hay bastante material.
25 de septiembre de 2016 Últimas palabras
Hoy sí oigo algo. Justo al oscurecer. En el Puente de los Leones. Un individuo con voz de vino berra: Mayoría absoluta para el gallego ese. Ha habido elecciones en Galicia —donde gana el partido fundado por los franquistas— y en el País Vasco —donde lo hace el fundado por Sabino Arana—. No me duele España. Me irrita o escuece.
Nueve días de… esto. Vaya. Creí que llevaba menos. Se pueden hacer muchas cosas sobrio y en forma, sí; pero recordemos que una de ellas es emborracharse.
viernes, 23 de septiembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. La vida secreta de las plantas
21 de septiembre de 2016
Me ha llevado tres décadas elaborar un sencillo juicio sintético a posteriori. No, no se vayan. El juicio sintético a posteriori es que los depresivos deprimen. Es sintético porque 1) no es analítico y 2) el concepto predicado no se incluye en el concepto sujeto; y es a posteriori porque 1) se basa en la experiencia, 2) es particular y contingente, 3) proporciona información nueva, y 4) es informativo más que explicativo. Y es un juicio porque… es un juicio. Les he vuelto a perder. A ver, estas persecuciones de excitaciones neuropéptidas a través del ejercicio chocan frontalmente con mi Weltanschauung pasota. Si tienen ustedes más de cuarenta años no necesitarán traducción de estos dos términos. También les ahorraré lo que constituía la Anschauung —como intuición o percepción interna o externa— para Kant. Anda que no soy majo.
En mi época de formación la conducta deseable, la traducción local de lo búdico-jainista y el canon para la vida apacible, la búsqueda de la felicidad y hasta la obtención y disfrute del amor físico fue el pasotismo. Esta modalidad de laissez-faire —tan garrulo como la sociedad y país de la época— prohibía contemporizar con ningún tipo de mejora —y hasta de higiene—. Que algo —o alguien— te importara de algún modo se consideraba un error violentamente burgués. Las drogas, claro, eran el alcohol, la marihuana y la heroína. Aunque no sabíamos qué nos había herido, antes de darnos cuenta necesitábamos muchos analgésicos. No quiero hablar por mi estúpida generación que, aparte de ver la televisión, tardar muchísimo en acabar Derecho y tener hijos y más hijos, ha permanecido al margen del relato de los dos últimos siglos, pero era lo que había. En total: los depresores impiden que los imprevisibles transmisores neuronales actúen. Decidir que esto sea bueno, malo, conveniente o inconveniente es lo que me tiene dando tumbos sin ton ni son desde hace una semana.
Me ha llevado tres décadas elaborar un sencillo juicio sintético a posteriori. No, no se vayan. El juicio sintético a posteriori es que los depresivos deprimen. Es sintético porque 1) no es analítico y 2) el concepto predicado no se incluye en el concepto sujeto; y es a posteriori porque 1) se basa en la experiencia, 2) es particular y contingente, 3) proporciona información nueva, y 4) es informativo más que explicativo. Y es un juicio porque… es un juicio. Les he vuelto a perder. A ver, estas persecuciones de excitaciones neuropéptidas a través del ejercicio chocan frontalmente con mi Weltanschauung pasota. Si tienen ustedes más de cuarenta años no necesitarán traducción de estos dos términos. También les ahorraré lo que constituía la Anschauung —como intuición o percepción interna o externa— para Kant. Anda que no soy majo.
En mi época de formación la conducta deseable, la traducción local de lo búdico-jainista y el canon para la vida apacible, la búsqueda de la felicidad y hasta la obtención y disfrute del amor físico fue el pasotismo. Esta modalidad de laissez-faire —tan garrulo como la sociedad y país de la época— prohibía contemporizar con ningún tipo de mejora —y hasta de higiene—. Que algo —o alguien— te importara de algún modo se consideraba un error violentamente burgués. Las drogas, claro, eran el alcohol, la marihuana y la heroína. Aunque no sabíamos qué nos había herido, antes de darnos cuenta necesitábamos muchos analgésicos. No quiero hablar por mi estúpida generación que, aparte de ver la televisión, tardar muchísimo en acabar Derecho y tener hijos y más hijos, ha permanecido al margen del relato de los dos últimos siglos, pero era lo que había. En total: los depresores impiden que los imprevisibles transmisores neuronales actúen. Decidir que esto sea bueno, malo, conveniente o inconveniente es lo que me tiene dando tumbos sin ton ni son desde hace una semana.
martes, 20 de septiembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Luces en la hierba
20 de septiembre de
2016
Bien. Quería correr
una hora y lo he conseguido. Me ha llevado tres días —veinte minutos cada jornada—pero, como dice el doctor
Johnson: el que trata de obtener un gran logro de una sola vez es muy posible
que no consiga nada en absoluto. O algo así. También dice que lo que se escribe
sin esfuerzo, se lee sin placer. Como citar no requiere ningún esfuerzo,
supongo que las citas tampoco proporcionan ningún gozo ni deleite. Ni siquiera
las suyas. ¿Ahora qué hacemos, doctor?
Septiembre se está
convirtiendo en un mes muy civilizado. El clima es suave, la luz no es tan salvaje
y las horas son todavía horizontales. En el medio del río —el torturado Bernesga— veo, de pie, una perpendicular grulla. Dichoso
vaticinio. Todo saldrá bien. Venga. ¿Por qué no?
lunes, 19 de septiembre de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Acedia o Drink is bad, feelings are worst
19 de septiembre de 2016
Como he hecho exactamente lo mismo que ayer —y en el mismo tiempo— Vuelvo a la acedia —o acedía—. El demonio meridiano. El peor de los espíritus. Del griego akedia ἀκηδία, negligencia. Me parece acertadísimo considerar la tristeza como negligencia*. De hecho es la tesis —y la hipótesis y la síntesis— de estas tontas notas. Aislar o diagnosticar este mal no arregla nada, claro. De hecho vuelve a echar la culpa sobre el triste. Por llorón.
Como he hecho exactamente lo mismo que ayer —y en el mismo tiempo— Vuelvo a la acedia —o acedía—. El demonio meridiano. El peor de los espíritus. Del griego akedia ἀκηδία, negligencia. Me parece acertadísimo considerar la tristeza como negligencia*. De hecho es la tesis —y la hipótesis y la síntesis— de estas tontas notas. Aislar o diagnosticar este mal no arregla nada, claro. De hecho vuelve a echar la culpa sobre el triste. Por llorón.
El que sabe
de esto, el jicho, repito, es el tío Evagrio. No suelo hacerlo, pero voy a
dejarle hablar. Quitando las mierdas de Dios y los rezos y tal, tiene más razón
—ji, ji— que un santo:
6.La acedia
6.La acedia
Capítulo XIII
La acedia es la debilidad del alma que irrumpe cuando no se
vive según la naturaleza ni se enfrenta noblemente la tentación. En efecto, la
tentación es para un alma noble lo que el alimento es para un cuerpo vigoroso.
El viento del norte nutre los brotes y las tentaciones
consolidan la firmeza del alma.
La nube pobre de agua es alejada por el viento como la mente
que no tiene perseverancia del espíritu de la acedia.
El rocío primaveral incrementa el fruto del campo y la
palabra espiritual exalta la firmeza del alma.
El flujo de la acedia arroja al monje de su morada, mientras
que aquel que es perseverante está siempre tranquilo.
El acidioso aduce como pretexto la visita a los enfermos [para
abandonar la celda], cosa que garantiza su propio objetivo.
El monje acidioso es rápido en terminar su oficio y considera
un precepto su propia satisfacción; la planta débil es doblada por una leve
brisa e imaginar la salida distrae al acedioso.
Un árbol bien plantado no es sacudido por la violencia de los
vientos y la acedia no doblega al alma bien apuntalada.
El monje giróvago, como seca brizna de la soledad, está poco
tranquilo, y sin quererlo, es suspendido acá y allá cada cierto tiempo.
Un árbol transplantado no fructifica y el monje vagabundo no
da fruto de virtud. El enfermo no se satisface con un solo alimento y el monje
acidioso no lo es de una sola ocupación.
No basta una sola mujer para satisfacer al voluptuoso y no
basta una sola celda para el acidioso.
Capítulo XIV
El ojo del acidioso se fija en las ventanas continuamente y
su mente imagina que llegan visitas: la puerta gira y éste salta fuera, escucha
una voz y se asoma por la ventana y no se aleja de allí hasta que, sentado, se
entumece.
Cuando lee, el acidioso bosteza mucho, se deja llevar
fácilmente por el sueño, se refriega los ojos, se estira y, quitando la mirada
del libro, la fija en la pared y, vuelto de nuevo a leer un poco, repitiendo el
final de la palabra se fatiga inútilmente, cuenta las páginas, calcula los
párrafos, desprecia las letras y los ornamentos y finalmente, cerrando el
libro, lo pone debajo de la cabeza y cae en un sueño no muy profundo, y luego,
poco después, el hambre le despierta el alma con sus preocupaciones.
El monje acidioso es flojo para la oración y ciertamente
jamás pronunciará las palabras de la oración; como efectivamente el enfermo
jamás llega a cargar un peso excesivo así también el acidioso seguramente no se
ocupará con diligencia de los deberes hacia Dios: a uno le falta,
efectivamente, la fuerza física, el otro extraña el vigor del alma.
La paciencia, el hacer todo con mucha constancia y el temor
de Dios curan la acedia.
Dispón para ti mismo una justa medida en cada actividad y no
desistas antes de haberla concluido, y reza prudentemente y con fuerza y el
espíritu de la acedia huirá de ti.
Hago el
terrible descubrimiento de que la bebida —y el sueño— no espantan el odio ni el
afecto, sólo los baten y hacen rebotar contra el cráneo como un salvapantallas
de los noventa. Si funcionasen —y eliminasen para siempre estas ansias— iba a
dejar de beber su puta madre. A ver si con las carrerinas…
*Walter Benjamin in his study The Origin of German Tragic Drama describes acedia as an indolence of the heart that affects great men. A moral failing, a somber feature in baroque tragic heroes, as Hamlet.
*Walter Benjamin in his study The Origin of German Tragic Drama describes acedia as an indolence of the heart that affects great men. A moral failing, a somber feature in baroque tragic heroes, as Hamlet.
La obligada compañía del corredor en círculos. Esse est percipi o el demonio del mediodía
18 de
septiembre de 2016
Durante todo un verano mi padre trabajó para el catastro en un pueblo de León llamado Sueros de Cepeda. Mi madre, mi hermano y yo le esperábamos en una infecta pensión con bar de por allí. Yo era muy pequeño y me pasé todas esas jornadas metiendo moscas debajo de chapas de refrescos. Acercabas despacio la chapa hasta la mosca y ¡zas!, la dejabas debajo. Así, hasta que llenabas la mesa de chapas. Luego, ibas a otra mesa con igual o más mierda y repetías el procedimiento. Cada día mi hermano y yo batíamos nuestro récord. Esta asquerosa crónica o narración se podría titular: EL MEJOR VERANO DE MI VIDA. No creo haber vuelto a ser tan feliz.
Durante todo un verano mi padre trabajó para el catastro en un pueblo de León llamado Sueros de Cepeda. Mi madre, mi hermano y yo le esperábamos en una infecta pensión con bar de por allí. Yo era muy pequeño y me pasé todas esas jornadas metiendo moscas debajo de chapas de refrescos. Acercabas despacio la chapa hasta la mosca y ¡zas!, la dejabas debajo. Así, hasta que llenabas la mesa de chapas. Luego, ibas a otra mesa con igual o más mierda y repetías el procedimiento. Cada día mi hermano y yo batíamos nuestro récord. Esta asquerosa crónica o narración se podría titular: EL MEJOR VERANO DE MI VIDA. No creo haber vuelto a ser tan feliz.
Regreso a
León después de tres meses en la dacha gritando en silencio, inmóvil, vívidamente
deslumbrado, recibiendo* a las personas como espectros del mediodía, demonios
meridianos*. Con la seguridad de que ellos tampoco me perciben. Es
inevitable que a don Quijote le derrote el Caballero de los Espejos —con otro
nombre igualmente cegador—. Incapaz de comunicarme y con los iris obturados por
el paisaje acabo harto de agro y me desespero y aburro tanto que vuelvo a la
ciudad y acepto hasta una invitación para ir al cabaret. Ayer estuve en una
inauguración de arte contemporáneo. Acudiría igualmente a un incendio o a un
accidente de coche. Iría incluso a una rueda de prensa. Estoy tan tenso que hoy…
salgo a correr.
*Se me
comenta cuando voy a la ciudad que he recibido
mucho. En efecto, me dan por el culo (por este orden) el cortacésped, el
cortasetos, el lavavajillas y la desbrozadora. Jackpot con bola extra de
averías simbólicas: no se me permite actuar sobre las cosas o se me permite,
pero con gran dificultad.
*Evagrio
Póntico (344-359) el solitario, inventor de los ocho pecados capitales (eran
ocho, dos de ellos relacionados con la tristeza) escribió en su Antirrhetikos (Άντιρρητικός) que,
de los espíritus malos, el meridiano era el más pesado de todos, acechando al
monje desde la hora cuarta (las diez) hasta la octava (las catorce) haciéndole
ver que el sol se movía lentamente, que el día no acababa e impeliéndole a
salir de su celda persiguiendo la nona (las quince: la de la comida principal).
Este demonio diurno molestaba de forma especial a Evagrio porque hacía renegar
al religioso del trabajo manual y le inculcaba dudas sobre si existía la
caridad. También tiene que ver con el mediodía de la vida.
jueves, 12 de mayo de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Aires de fiesta
11 de mayo
de 2016
La grasa —como
casi todo— se compone de carbono, hidrógeno y oxígeno. El carbono se transforma
en dióxido de carbono —también llamado anhídrido carbónico o CO2—. El
hidrógeno, en agua; y el oxígeno, en CO2 y H2O.
El 84% de la grasa que se elimina del cuerpo es exhalada en forma de CO2.
El 84% de la grasa que se elimina del cuerpo es exhalada en forma de CO2.
El 16% de
la grasa restante se elimina en forma de orina, heces, sudor, lágrimas (?) y
otros fluidos corporales que no voy a especificar.
Y no, no
vale soplar mucho o muchas veces seguidas para metabolizar esa grasa. Ni se
elimina sudando. Lo que se elimina en una sauna —o cuando le hacen a uno
un Expediente de Regulación de Empleo— es agua, que se repone bebiendo. Hay que
conseguir alterar la grasa y luego, sencillamente, respirarla.
Me he
esforzado estos cuarenta y un días extirpando de mi rutina el ejercicio,
la comida sana y la vigilia, pero lo he conseguido: he rebajado mis marcas atléticas
exactamente a la mitad. Así que hago la mitad de flexiones y corro la mitad de
tiempo.
¿Se puede
clasificar la literatura —o la filosofía— en obesa o enjuta? ¿Por qué no? De
hecho, se puede hacer desde antes de El
Quijote, que, como sus personajes, pertenece a ambas. No cabe duda que los
dos Enrique IV, Las alegres comadres de
Windsor o La conjura de los necios
es verbo grasiento. Y no tendríamos problemas en clasificar Hamlet o todo Wittgenstein como
escritura flaca. Esto de lo liviano como espiritual y lo gordo como terreno
está, claro, muy sobado. Daudet con Tartarín de Tarascón pretendía componer un don
Quijote entrado en carnes. ¿Es Goethe enteco o rollizo? Hoy, corriendo al lado
del río enorme y marrón —se ha desbordado dos veces— y sobre la hierba fresca
me elevaba en efecto.
Etiquetas:
Alphonse Daudet,
Cervantes,
CO2,
el gordo y el flaco,
Goethe,
Marisol,
Merry Wifes Of Windsor,
Shakespeare,
Tartarin de Tarascon
martes, 5 de abril de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Aftermath
30 de marzo
de 2016
domingo, 27 de marzo de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Sexual Healing
26 de marzo
de 2016
sábado, 26 de marzo de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Silencio
24 de marzo
de 2016
Mi cuerpo
se da cuenta de que lo estoy tratando como un templo y desconfía. Sabe que si
construyo templos es para profanarlos. Y profanarlos mucho: descerrajando puertas a caballo, tajando cuarterones en sus peinazos, con bueyes arrancando retablos de sus sillares, pegando fuego a los tapices, orinando en el
sagrario y saliendo después, impávido y sonriente, con candelabros de oro macizo debajo de los brazos mientras hace eco en las bóvedas el mugido de las reses enloquecidas
que, sobre mármoles, se rompen el cuello resbalando en su estiércol.
viernes, 25 de marzo de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Un hombre ordenado
23 de
marzo de 2016
Intento continuar con mi mejora personal y crecimiento físico y viceversa. Sin conseguirlo. Enorme luna llena que, sobre el yarmukle, kipá o medio platillo volante que han puesto encima de la plaza de toros hace parecer todo ello un fotograma de película francesa de ciencia ficción. Absolutamente nadie en la orilla del río. Oigo mis pisadas. Agua enorme en el río negro. Viento helado. Muy agradable. “Recordar es un acto creativo (…) Los recuerdos no son un relato apasionado o impasible de la realidad desaparecida; son el renacimiento del pasado, cuando el tiempo vuelve a suceder”, dice Svetlana Alexievitch. Totalmente de acuerdo. Todo lo que escribí arriba no deja de ser, más o menos, una trola. Y eso que lo mastiqué hace apenas una hora. El río llevaba agua y había luna llena. Y la gente está absorbida y apelmazada con gran estrépito en otro lugar de la ciudad por las putas procesiones. Eso es verdad. Lo demás es novela. También afirma la gran Svetlana que nos morimos “sobre la marcha”. No hay nada que no hagamos sobre la marcha aunque creamos lo contrario. Si pudiéramos detener el tiempo —objeto de estas carrerinas— para pensar y ejecutar nos pararíamos a los tres años y seguiríamos eternamente estirándonos el pito. Cito mucho a Svetlana, todavía asombrado de que le hayan dado el premio Nobel de Literatura —o un premio cualquiera— a una escritora excelente. Además, periodista; primera vez que ocurre y hecho sobre el que el resto de los periodistas del mundo han callado y siguen callando —incomprensiblemente— como zorras.
Intento continuar con mi mejora personal y crecimiento físico y viceversa. Sin conseguirlo. Enorme luna llena que, sobre el yarmukle, kipá o medio platillo volante que han puesto encima de la plaza de toros hace parecer todo ello un fotograma de película francesa de ciencia ficción. Absolutamente nadie en la orilla del río. Oigo mis pisadas. Agua enorme en el río negro. Viento helado. Muy agradable. “Recordar es un acto creativo (…) Los recuerdos no son un relato apasionado o impasible de la realidad desaparecida; son el renacimiento del pasado, cuando el tiempo vuelve a suceder”, dice Svetlana Alexievitch. Totalmente de acuerdo. Todo lo que escribí arriba no deja de ser, más o menos, una trola. Y eso que lo mastiqué hace apenas una hora. El río llevaba agua y había luna llena. Y la gente está absorbida y apelmazada con gran estrépito en otro lugar de la ciudad por las putas procesiones. Eso es verdad. Lo demás es novela. También afirma la gran Svetlana que nos morimos “sobre la marcha”. No hay nada que no hagamos sobre la marcha aunque creamos lo contrario. Si pudiéramos detener el tiempo —objeto de estas carrerinas— para pensar y ejecutar nos pararíamos a los tres años y seguiríamos eternamente estirándonos el pito. Cito mucho a Svetlana, todavía asombrado de que le hayan dado el premio Nobel de Literatura —o un premio cualquiera— a una escritora excelente. Además, periodista; primera vez que ocurre y hecho sobre el que el resto de los periodistas del mundo han callado y siguen callando —incomprensiblemente— como zorras.
martes, 15 de marzo de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. La foto de carnet de Dorian Grey
15 de marzo
de 2016
Aperitivo,
del latín aperire —como abrir, abril…—. Siempre he considerado esta palabra la
más bella del idioma español. Otros eligen amor o nefelibata o resiliencia. Yo,
no. Aperitivo, luz de mi vida, fuego de mis entrañas, pecado mío, alma mía; la
boca emprende un viaje de cinco pasos desde la cara de tonto de la ‘a’ hasta
los morritos del ‘vo’. A. Pe. Ri. Ti. Vo.
El diálogo con el espejo de un adolescente o de un hombre de mediana edad —yo soy todos los hombres de mediana edad y soy de mediana edad porque ahora vivimos cien años, ¿qué pasa?— es muy similar. Básicamente un perplejo ‘cómo puedes hacerme esto a mí’. En el reflejo aparecen cosas indeseables, las proporciones no encajan… el individuo del cuarto de baño no es el despreocupado y joven atleta con el que convive uno el resto del día. Esta dismorfofobia —o, más bien, imaginofilia— puede llevarse con dignidad o desesperación. Según la paciencia de la que se disponga. Mes y medio de ponzoña, atiborración y empocilgamiento. Pero se acabó. Oh, sí. Hoy en el crepúsculo salgo a correr. Hay novedades: alguna fachada limpia, algún cemento reciente… En olores, los mismos: leña, gasolina y, curiosamente, marihuana más allá del Puente de los Leones. Siempre. Supongo que en los bares de juventud —como les decían mis ancestros a los de fumar porros— ahora habrá aromas de césped, mierda de perro y fango.
El diálogo con el espejo de un adolescente o de un hombre de mediana edad —yo soy todos los hombres de mediana edad y soy de mediana edad porque ahora vivimos cien años, ¿qué pasa?— es muy similar. Básicamente un perplejo ‘cómo puedes hacerme esto a mí’. En el reflejo aparecen cosas indeseables, las proporciones no encajan… el individuo del cuarto de baño no es el despreocupado y joven atleta con el que convive uno el resto del día. Esta dismorfofobia —o, más bien, imaginofilia— puede llevarse con dignidad o desesperación. Según la paciencia de la que se disponga. Mes y medio de ponzoña, atiborración y empocilgamiento. Pero se acabó. Oh, sí. Hoy en el crepúsculo salgo a correr. Hay novedades: alguna fachada limpia, algún cemento reciente… En olores, los mismos: leña, gasolina y, curiosamente, marihuana más allá del Puente de los Leones. Siempre. Supongo que en los bares de juventud —como les decían mis ancestros a los de fumar porros— ahora habrá aromas de césped, mierda de perro y fango.
lunes, 1 de febrero de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. León en invierno
31 de enero de 2016 León
en invierno
Cuando salgo a correr trato —además y al mismo tiempo— de no comer ni beber. Es un triple desafío. Mi particular Ironman. Esta combinación de meneíllo con inmovilidad, de ritmillo sin ingesta intenta —sin conseguirlo— equipararse a la alta vibración permanente que explica —ejem, perdón— la física cuántica. Nada se está quieto. Aunque yo deba estarme quieto a veces y no ir al frigorífico. Ni al supermercado. Esto de ahora quieto, ahora corre más que a la teoría de cuerdas recuerda a las torturadas bestias de los circos.
Cuando salgo a correr trato —además y al mismo tiempo— de no comer ni beber. Es un triple desafío. Mi particular Ironman. Esta combinación de meneíllo con inmovilidad, de ritmillo sin ingesta intenta —sin conseguirlo— equipararse a la alta vibración permanente que explica —ejem, perdón— la física cuántica. Nada se está quieto. Aunque yo deba estarme quieto a veces y no ir al frigorífico. Ni al supermercado. Esto de ahora quieto, ahora corre más que a la teoría de cuerdas recuerda a las torturadas bestias de los circos.
1 de febrero de 2016 Illuminations o Is that all there is?
El dios de la mecánica universal me escucha y, el muy cachondo, me inmoviliza. Mal. Tengo que dejarlo a los siete minutos porque me duelen —mucho— las piernas. No lo entiendo. Es absolutamente imposible que sea sobreentrenamiento. Es como diagnosticar coma etílico a alguien que se haya tomado dos mostos. Empiezo a envidiar cuerpos, pero no el aspecto. El interior. Esponjosos y aterciopelados pulmones, bombeantes ventrículos, poderosos páncreas, afinados tiroides, tensos vasos y capilares, firmes y nervados ejes hipotalámico-hipofisario-adrenales…
El dios de la mecánica universal me escucha y, el muy cachondo, me inmoviliza. Mal. Tengo que dejarlo a los siete minutos porque me duelen —mucho— las piernas. No lo entiendo. Es absolutamente imposible que sea sobreentrenamiento. Es como diagnosticar coma etílico a alguien que se haya tomado dos mostos. Empiezo a envidiar cuerpos, pero no el aspecto. El interior. Esponjosos y aterciopelados pulmones, bombeantes ventrículos, poderosos páncreas, afinados tiroides, tensos vasos y capilares, firmes y nervados ejes hipotalámico-hipofisario-adrenales…
En esta ciudad, ya lo he
escrito más veces, de noche está muy oscuro. Las zonas de sombra crecen al
ritmo de nuestra indigencia. Veo a algunos corredores con dispositivos
luminosos, bien es cierto que más para ser vistos que para ver. Al primero que
distingo —con una luz anaranjada dirigida a… ¡su propio rostro!— es al político
Marcos Barazón, mano o uña derecha de la occisa Isabel
Carrasco y alcalde por aclamación en su pueblo. Imputado por
—a ver si me acuerdo de todo—: negociaciones prohibidas a funcionarios, prevaricación,
cohecho, tráfico de influencias, fraude y revelación de secretos (?) Corre que
se las pela. Como si tuviera un motorín. ¿De qué trata de escapar? ¿De la
humana justicia? ¿De su turbio pasado? ¿De su incierto futuro? No sé. Trato de desentrañar
la información o leer las señales que me dan estos ratos y no llego a ninguna
conclusión. Quizá no la haya.
Hoy, también, los perros me ladran; lo que no me
había ocurrido nunca.miércoles, 27 de enero de 2016
La obligada compañía del corredor en círculos. Nuncas serás Pla
19 de enero de
2016 Yo expío
A pesar de mis reticencias
morales sobre el exclusivo objeto de estos textos —cierta preocupación porque la barriga doble hacia dentro en vez de hacia fuera
cuando me siento— y de que los encuentre
narcisistas y banales, cada poco vuelvo a la primera página de este prontuario.
Hasta en las sensatas admoniciones: mi mujer, en cuanto me ve en mallas, me
advierte muy seria sobre la angina de pecho. No es partidaria. Que no me
precipite*. En total: me ruega que no me proporcione una a mí mismo con estas
bobadas. Gracias, amor.
Tengo cuarenta y nueve
años. Peso noventa y cuatro kilos. Mido uno ochenta. Este martes, después de no
hacer ejercicio sistemático desde hace… casi dos meses etcétera, vuelvo al
espejo. Lo de entrenar o quererse a uno mismo, estar en forma o sentirse bien
es peligrosísimo. Afortunadamente, esta inercia criminal hacia la dicha se
puede detener sin esfuerzo. Lo hago cada poco.
En efecto cumplí los cuarenta y nueve, se dio término —aunque sigue sin rematarse— a la cocina, pasé la Navidad —parte de ella, aunque nadie me creyó, enfermo—, hubo unas elecciones generales —en las que, según parece, no salió elegido nadie— y el día uno de enero a las once de la mañana estaba nadando. ¡Nadando! ¡El día de Año Nuevo! ¡Y luego me di un baño turco! Frené esta deriva o pendiente, como digo, de forma inmediata tomándome una gran cerveza con gaseosa. Hasta el día de hoy. Han sido dos meses de gran necedad y despilfarro. Vuelvo a la helada tiniebla de la ribera bernesguiana: no hay cambios. Sólo soy un poco más viejo, un poco más deforme, un poco más pobre, un poco más estúpido, un poco más triste, un poco más cobarde. Como la ciudad.
*Supongo que habrá más esposas suplicando a sus maridos que se esperen un poco cuando les dicen que se van a correr. Véanles o no en leotardos. Sicalíptica gracieta que pongo para compensar lo del acto perlocativo que va después.
En efecto cumplí los cuarenta y nueve, se dio término —aunque sigue sin rematarse— a la cocina, pasé la Navidad —parte de ella, aunque nadie me creyó, enfermo—, hubo unas elecciones generales —en las que, según parece, no salió elegido nadie— y el día uno de enero a las once de la mañana estaba nadando. ¡Nadando! ¡El día de Año Nuevo! ¡Y luego me di un baño turco! Frené esta deriva o pendiente, como digo, de forma inmediata tomándome una gran cerveza con gaseosa. Hasta el día de hoy. Han sido dos meses de gran necedad y despilfarro. Vuelvo a la helada tiniebla de la ribera bernesguiana: no hay cambios. Sólo soy un poco más viejo, un poco más deforme, un poco más pobre, un poco más estúpido, un poco más triste, un poco más cobarde. Como la ciudad.
*Supongo que habrá más esposas suplicando a sus maridos que se esperen un poco cuando les dicen que se van a correr. Véanles o no en leotardos. Sicalíptica gracieta que pongo para compensar lo del acto perlocativo que va después.
“…España es el carro de heno de Brueghel/Bosco.
Se ven algunos calaverones con guadaña, pero lo que hay es heno, mucho heno.
Del heno vamos comiendo”.
Maradona. Columna en El País. Francisco Umbral.
Maradona. Columna en El País. Francisco Umbral.
"Me las puse y sentí que viajaba
que las chicas eran todas mis esclavas
me las puse y el dinero me sobraba
y el tiempo de mi vida no pasaba"
que las chicas eran todas mis esclavas
me las puse y el dinero me sobraba
y el tiempo de mi vida no pasaba"
Mis gafas. Orquesta Mondragón
“No me bendiga al parejo que a mis cabras”
Simón el estilita. Luis
Buñuel
“Monday's child is fair of face,
Tuesday's child is full of grace,
Wednesday's child is full of woe,
Thursday's child has far to go,
Friday's child is loving and giving,
Saturday's child works hard for a living,
But the child who is born on the Sabbath day
Is fair and wise and good in every way”.
Nursery rhyme. Traditional
"Lo que no se puede es andar poniendo citas a lo bobo".
Ensayos. Miguel de Montaigne
No hay nadie en casa
cuando salgo a las siete y media de la tarde —noche cerrada, frío intenso—.
No hay nadie, ni he hablado con nadie después, cuando vuelvo. Corro por el
suelo helado en paralelo al río negro y brillante, sin sombra. La impresión es
de que me estuvieran desplazando un enorme telón oscuro y yo estuviera quieto
—tampoco es que me mueva muy deprisa—. La experiencia, recordada luego, resulta
alucinada y onírica. Me recuerda a la película sueca El visitante nocturno (Papegojan, Laslo Benedek. 1971). Lo que me
recuerda que todo me recuerda siempre a algo. Es tediosísimo. Sé que la lengua
es un sistema de citas*, pero un sistema de citas sobre un sistema de citas
resulta monótono. Y da sueño. Quizá debería hacer estas cosas por la mañana. Antes de la piscina. Y del baño turco. Juá.
*La apertura semántica intertextual que se produce en los ensayos con las citas es comparada por Arenas Cruz con la apertura sintáctica propia del género, y ambas tienen como fin una respuesta perlocutiva** “En el ensayo es muy interesante la evocación intertextual de carácter semántico que muchos fragmentos implican al constituirse muchas veces como ‘observaciones’ respecto a otro texto. Así, las citas, sentencias, pequeñas narraciones, fragmentos de pensamientos, ejemplos, etc., aunque no despliegan todas sus posibilidades explícitamente en el ensayo donde aparecen siguen trabajando subterráneamente en la mente del lector”. (María E. Arenas Cruz, Hacia una teoría general del ensayo. Construcción del texto ensayístico, p. 439)
**Según el filósofo británico J. L. Austin, al producir un acto de habla, se activan simultáneamente otros tres (actos):
Un acto locutivo (el acto físico de emitir el enunciado, como decir, pronunciar, etc.). Este acto es, en sí mismo, una actividad compleja, que comprende, a su vez, tres tipos de actos diferentes:
acto fónico: el acto de emitir ciertos sonidos;
acto fático: el acto de emitir palabras en una secuencia gramatical estructurada;
acto rético: el acto de emitir las secuencias gramaticales con un sentido determinado.
Un acto ilocutivo o intención (la realización de una función comunicativa, como afirmar, preguntar, prometer, etc.)
Un acto perlocutivo o efecto (la (re)acción que provoca dicha emisión en el interlocutor, como convencer, interesar, calmar, etc.) ***
*** Cuando leo estas… cosas siento un enorme alivio. A veces creo que soy más tonto que los demás. Pero, no. Joder —¡acto fónico y fático!—. Lo que soy es bastante menos pelmazo.
22 de enero de 2016 Un artista del hambre
Estoy harto de mí mismo. Corro yo solo y luego vuelvo a casa y comento lo que me parece esa solipsista experiencia. Preparo un libro. Un libro mío. Un libro de viñetas. Comentadas. Así que tengo que leer mis propias opiniones y escribir sobre ellas. Las encuentro obvias y tontorronas. Me dan ganas de insultarme. Me parece que no pinto, dibujo, diseño, digo o incluso galopo más que tonterías. No, no tengo la autoestima baja. Debo ser el único que la tiene calibrada. Ignoro cómo soportan los famosos hablar de sí mismos y sus monadas todos los días, todo el rato. No me extraña que se atiborren a productos. La alternativa sería darme a los demás. Miro lo que afirman o publican mis contemporáneos. Dios santo.
24 de enero de 2016 Los accidentes del verbo
Los domingos, por su
condición de domingo, no permiten ni descansar ni hacer. Se les puede esquivar
o asfixiar, esperando que la vida y los objetos vuelvan el lunes. Eso es todo.
26 de enero de 2016 Nunca serás Pla
No adelanto a nadie. No adelgazo. No corro más ni más tiempo. Ayer cené cuatro zanahorias. Y anteayer, dos. Me va a dar un ictus. Mañana la lío.
Etiquetas:
baño turco,
chistes malos,
función perlocativa,
leotardos en general,
Montaigne,
Orquesta Mondragón,
piscina,
Thursday's child has far to go,
with my little eye
Suscribirse a:
Entradas (Atom)