25 de marzo de 2013
¡Slapst, slapst, slapst! Las zapatillas del corredor en círculos vuelven a chancletear sobre el cemento del invierno achaparrado y pluvial de la provincia. Círculos, en efecto. Repetimos paisaje y sucesos. Parece que no se soluciona el malentendido: la extraña y singular súplica que Dios entiende todos los años por Semana Santa es que llueva permanentemente sobre los papones*, que para eso tienen el capuchón a dos aguas. Bendecidos queden.
Hacía más de veinte años que no visitaba La soledad del corredor de fondo. Lo leo otra vez. A modo de expiación por no haber salido en diecinueve días, por enmendarle la cita del epílogo del libro (está en imprenta) a Luis Grau y porque tenía curiosidad por saber cuánto corría el muchacho. Seis kilómetros en las glaciales mañanas de Essex y ocho kilómetros en la catártica competición. Vaya. No quiero oír risitas. A mí me parece una distancia de la hostia.
Allan Sillitoe.
The Loneliness of the Long Distance Runner
Ya podía oír a los señores y a las señoras de la tribuna y les veía de pie, preparados para recibirme. ¡Corre!, gritaban con sus voces de pijos ¡Corre! Pero yo estaba sordo y pasmado y ciego; y me quedé quieto en el sitio, todavía saboreando la corteza que llevaba en la boca y todavía llorando como un crío, llorando esta vez de felicidad por haberles derrotado por fin.
Al final robaba y huía y rabiaba y todo porque se había muerto su papá. Esto era antes de que los realistas sucios ensombreciesen nuestras almas y prosas y cuando los cuentos todavía conservaban alguna moraleja.
Leo, miro fotos... Mis fotos. Corro con los hombros arriba y las manos tontas, igual que los tiranosaurios. Rígido. Con el tren superior tenso. Así que lo hago mal como fondista y soy la descojonación como velocista. Supongo que por eso no me siento solo (hablando de títulos perfectos pero engañosos: tampoco el portero siente ningún miedo ante el penalty). No me siento solo, repito. Es lógico, ya que no dejo a nadie atrás.
*En León a los disciplinantes o cofrades se les dice papones.
Qué tocapelotas y refunfuñón eres, mi querido corredor de lo hondo, con tu inglés y tus ínfulas correcionales. Pues que sepas que no voy a ir a buscar mi traducción del libro de marras para que lo pongas a caldo, que en cierto y venturoso sentido, pito y pijo son sinónimos.
ResponderEliminarPues eso. Firmado el epilogueador y corredor (de apuestas) sin fondo.
Y he puesto correccional con una sóla "c" porque me da la gana. Que te veo venir...
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EliminarEn inglés correCCional es Borstal. Ellos lo ponen con mayúscula. El protagonista del relato (que tiene diecisiete años y no veinticinco como Tom Courtenay) va de uno de Nottingham a uno de Essex. Y no, no voy a decir nada.
El que se pija, atos come. Je, je.
No, si al final te dedican el nombre de algún paseo del fluvial litoral, o te dan un sillón el la academia, del Nottingham Forest, por supuesto. No tiene mala afición.
ResponderEliminarEl Forest ganó al Hull City el lunes pasado y lleva seis victorias consecutivas. Si el sábado le mete al Brighton conseguirá igualar su récord de 1922 y afianzarse en el play-off. La temporada que viene le vemos otra vez contra el Liverpool, como en los viejos tiempos. Sobre lo otro: no me importaría que pusieran mi nombre a una garita. O a un checkpoint.
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