28 de febrero de 2013
Joseph Conrad describe así el río Congo de finales del siglo XIX en El corazón de las tinieblas. En realidad los espacios en blanco de los que habla estaban en negro y esa es la razón por la que a Africa se la llamaba el continente negro. No por el color de la piel de sus habitantes como cree todo el mundo. Sino por su impenetrabilidad y desconocimiento. Oh.
Joseph Conrad describe así el río Congo de finales del siglo XIX en El corazón de las tinieblas. En realidad los espacios en blanco de los que habla estaban en negro y esa es la razón por la que a Africa se la llamaba el continente negro. No por el color de la piel de sus habitantes como cree todo el mundo. Sino por su impenetrabilidad y desconocimiento. Oh.
“True, by this time it was
not a blank space any more. It had got filled since my boyhood with rivers and
lakes and names. It had ceased to be a blank space of delightful mystery—a
white patch for a boy to dream gloriously over. It had become a place of
darkness. But there was in it one river especially, a mighty big river, that
you could see on the map, resembling an immense snake uncoiled, with its head
in the sea, its body at rest curving afar over a vast country, and its tail
lost in the depths of the land. And as I looked at the map of it in a shop-window,
it fascinated me as a snake would a bird—a silly little bird”.
“De hecho ya no había espacios en blanco. Desde que era pequeño […el mapa…] se había llenado de ríos, de lagos y de nombres. Había dejado de ser un espacio en blanco con un delicioso misterio, una zona vacía sobre la que un muchacho podía soñar con la gloria. Se había convertido en un lugar de tiniebla. Había en él concretamente un río, un poderoso y enorme río, que uno podía ver en el mapa, parecido a una inmensa serpiente desenroscada con la cabeza en el mar, el cuerpo descansando ondulante a lo largo de una amplia región y cuya cola se perdía en las profundidades de la tierra. Cuando miraba el mapa, como si estuviera haciéndolo en un escaparate, me fascinaba igual que una serpiente hubiera podido fascinar a un pájaro. A un pájaro pequeño y estúpido”. *
“De hecho ya no había espacios en blanco. Desde que era pequeño […el mapa…] se había llenado de ríos, de lagos y de nombres. Había dejado de ser un espacio en blanco con un delicioso misterio, una zona vacía sobre la que un muchacho podía soñar con la gloria. Se había convertido en un lugar de tiniebla. Había en él concretamente un río, un poderoso y enorme río, que uno podía ver en el mapa, parecido a una inmensa serpiente desenroscada con la cabeza en el mar, el cuerpo descansando ondulante a lo largo de una amplia región y cuya cola se perdía en las profundidades de la tierra. Cuando miraba el mapa, como si estuviera haciéndolo en un escaparate, me fascinaba igual que una serpiente hubiera podido fascinar a un pájaro. A un pájaro pequeño y estúpido”. *
El ficticio río Nung de Apocalypse Now entre Vietnam y Camboya es igualmente tenebroso y
culebreante:
“Iba al peor lugar del
mundo y entonces ni siquiera lo sabía. A semanas y cientos de millas de un río
que serpenteaba a través de la guerra como un cable principal conectado
directamente a Kurtz”.
En cambio el río sin
nombre de Cien años de soledad es
apacible aunque también de tormentosa navegación:
“Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas, que se precipitaba por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes, como huevos prehistóricos".
O, recordando a la protagonista de La caja de música de Costa Gavras en el Danubio pensando en las atrocidades cometidas en su orilla: I went down to the riverbank.
“Macondo era entonces una aldea de veinte casas de barro y cañabrava construidas a la orilla de un río de aguas diáfanas, que se precipitaba por un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes, como huevos prehistóricos".
O, recordando a la protagonista de La caja de música de Costa Gavras en el Danubio pensando en las atrocidades cometidas en su orilla: I went down to the riverbank.
Pues que he bajado al
igualmente oscuro Bernesga, he corrido poco y no me ha pasado nada. Así que
selectos precedentes fluviales. Miro las etimologías de los nombres de los
ríos: casi todos se llaman agua, agua que corre, movimiento, cauce o… río. Y lo que
está al lado de los ríos también lleva nombres hídricos. Sí. ¿Qué cosas, eh? Hace un frío de la
hostia.
* La versión (del texto
original de la novela, no del texto moderno) es mía. Ignoro por qué hasta tres
traductores al español que yo haya visto vierten uncoiled (desenroscada) a enroscada.
Es curiosísimo.
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