29 de septiembre de 2014
Insisto: mi
sentido del olfato es cada vez más espacioso. Lo que a veces es agradable y a veces (casi siempre), no. Otro encuentro con la esencia. La esencia como
extracto de una sustancia aromática. Con el éter sutil y purísimo cuyo
movimiento propio, según la filosofía antigua, era el circular (¡anda!).
También según la filosofía antigua, de este quinto elemento estaban formados
los cuerpos celestes. Mezclando, como estos filósofos antiguos, lo verdadero con
el delirio extraigo de la cremallera levemente bajada de una corredora con la
que me cruzo el aroma antiguo y entero a moho del gimnasio frío y polvoriento, del
chándal de las chicas, del colegio, de la sexualidad suave e imbécil de los doce años…
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